domingo, 19 de agosto de 2012

Yo tuve un hijo con David Duchovny

A veces, lo que parecía una noche normal de descanso tras un día de trabajar, jugar con los nenes y hacer arrumacos al costillo, se vuelve una proyección de cine en sesión continua y el cerebro le juega a una buenas o malas pasadas en forma de sueño.

Esto es, queridas y queridos, lo que me ha sucedido a mí esta noche: en primer lugar, uno de esos sueños de los que te despiertas pensando "oh, ojalá sea una premonición, esto no se lo puedo contar a nadie porque dicen que si lo cascas no se cumple y yo quiero que se cumpla" en plan tinéiyer total, para, a continuación, recibir una venganza cósmica en forma de horrible pesadilla de esas que te hacen pensar "voy a encender el ordenador para contárselo al mundo a la de ya, esto hay que deshincharlo".

Por tanto, sin más dilación, queridas y queridos, paso a contaros mis sueñipesadillas de hoy para que os descojonéis de los vericuetos nocturnos de la mente de la Vaga.

Primer sueño
Estoy en una casa que se supone que es la mía, pero es mucho mayor y (todavía) más bonita que Vaga Manor. Ni rastro de Ambrosio y su equipo, pero de eso me doy cuenta ahora, en el sueño no. En un butacón (pongamos que un chester monoplaza, pero esto lo estoy añadiendo yo ahora) encuentro sentado leyendo al que, en el sueño, sé que es mi marido (ahora es cuando alucináis de lo mal que estoy): David Duchovny (sí, sí, el de "Expediente X"); pero no el de ahora, que ya empieza a estar madurito tirando a pasao, sino su versión del pasado, bien jamonaco y potentorro él.

Yo, que le veo todo concentrado, me voy hacia él, dejo sobre la mesa los papeles que está leyendo y me siento en su regazo en plan "soy Catwoman y pienso tatuarte mi nombre en la espalda a arañazos" y ¡zas!, nos enrollamos apasionadamente.

De este sueño saco yo dos conclusiones, a saber:
- Vaguita, vente al sofá, que te voy a dar tanta marcha que
después serás capaz de dormir incluso sobre un toro mecánico.
- Nones, David, que luego te me haces adicto al sexo otra vez y
ya la tenemos liada... Además, es que de trasnochar me están
saliendo unas ojeras que luego me dejo el sueldo en corrector...
  1. ¡Cómo cambia la mente de una mujer casada! Para ser fiel incluso en sueños, mi cabeza se lo monta de tal modo que dejo a mi querido Lord Muchomacho (que además es como veinte años más joven que el Duchovny) fuera de la historia y me invento que mi costillo es el actor. Toma ya sexo conyugal, ¡así no son cuernos!
  2. Mi mente se cansa menos que mi cuerpo. Si después del día tan ajetreado de ayer encima tengo ocasión (y obligación conyugal, claro, que eso es por contrato) de beneficiarme a dos pibones de tal calibre, creo que invariablemente me habría quedado dormida antes de terminar con el segundo. De lo cual, deduzco que, si algún día se me presenta la ocasión, tendré que sugerirles que lo hagamos todos juntos, pero no revueltos, para ahorrar algo de tiempo y poder dormir. Ojo, que no sería por vicio, sino por pragmatismo, que las divas no podemos ir con ojeras por la vida ni siquiera por una noche loca con David Duchovny.
Yo me imagino que, de haber acontecido en la vida real, el diálogo habría sido más o menos así...:

- Ven aquí, Vaga mía, que te voy a poner tal sonrisa en la cara que vas a amortizar la ortodoncia del tirón.
- Ay, David, no sé, si ya nos cuesta a Muchomacho y a mí encontrar sitio y momento para poder retozar sin que se despierten los nenes, imagínate ahora tener que hacerlo sin despertarles a ninguno de los tres...
- Tira pa'cá, mujer, ¡que te voy a hacer un expediente "XXX" de los que la Scully no cató!
- Bueno, si me lo pintas así, ¡Jerónimooooooo!

Total, que yo me desperté pensando "mmmh, Duchovny, qué bien besa, cómo se mueve, qué cuerpazo, qué tío" y me volví a dormir... Ilusa de mí, no sabía que me esperaba el... ¡Tachánnnnnn! (redoble de tambores y fanfarria de terror con alarido incorporado, por favor)...

Segundo sueño
Estoy en un box de un hospital. Es bastante pequeño y tengo calor. Lady Rabbit está conmigo y yo estoy conectada a un monitor. Estoy de parto (no, no me preguntéis si el hijo es de Duchovny o de Muchomacho, en el sueño no queda claro) y las contracciones son incomodísimas de pasar tumbada en la camilla.

Lady Rabbit intenta ayudarme a paliar el dolor como puede, pero inmovilizada en litotomía (no sé por qué me han colocado así, si es solo el rato del monitor o es continuo) no hay mucho que podamos hacer. Con nosotras hay otra mujer, una ginecóloga a la que, en el sueño, yo considero respetuosa y con la que parece que me siento a gusto.

De repente, el monitor refleja que la frecuencia cardiaca de mi bebé baja en cada contracción. La ginecóloga observa durante un par de contracciones más. Miro a Lady Rabbit, veo la angustia en su cara y le aprieto la mano con fuerza. Yo misma propongo bajarme de la camilla y pasar un par de contracciones en cuclillas para intentar ayudar al descenso del bebé, pero no hay manera: empujo hasta sentir que me rompo, pero mi bebé no sale y las bradicardias siguen produciéndose.

Máquina que hace "¡ping!", ¡cómo te odio!
La médica dice que hay que hacer una cesárea y yo respondo "házmela ya". Me subo a una camilla que está pegada a la otra pared del box, resignada a pasar por otra operación y pensando "ya sé cómo va esto, la recuperación con otros dos nenes en casa y un bebé va a ser durilla pero al menos he vivido un parto maravilloso con U-6, no todo podía ser bueno, en unos minutos tendré a mi bebé conmigo y esto habrá terminado", pero mientras lo pienso me van ahogando las lágrimas que intento aguantar. Miro a la ginecóloga y veo que tiene en la mano un cuchillo de los de sierra de Ikea, con mango negro, ensangrentado hasta las cachas, y le pregunto "espera, espera, ¿me vas a operar con eso?" y ella me responde "cuando no hay tiempo, no hay tiempo; ahora, si puedo, lo lavo un poco".

Pero es mentira, no lo lava y hunde la punta en mi tripa. Yo, llorando, miro a Lady Rabbit, que me coge la mano con cara de estar ella misma a punto de llorar, y le digo entre lagrimones que no quiero otra cesárea.

Y ahí me desperté.

De este sueño, también saco dos conclusiones, pues soy una dama muy reflexiva:
  1. Que aún no he conseguido quitarme la idea de que el parto de U-6 fue de chiripa y que volver a quedarme embarazada sería tentar a la suerte y comprar papeletas para una posible cesárea one more time.
  2. Que mi azotea no funciona demasiado bien, porque a ver qué carajo hacía yo en un hospital, sin mi marido y con una ginecóloga en vez de una matrona, inmovilizada en litotomía y con la maquinita del ping sonando sin parar.
Queridas, queridos, ser una diva es difícil, pero mucho más difícil es ser, simplemente, una mujer.

Y ahora, voy a desayunar para pensar en cosas más mundanas.
Se despide al olor de los croissants caseros,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

jueves, 9 de agosto de 2012

Hablemos de tetas

Queridas, queridos, periódicamente me viene a la cabeza este tema y tengo siempre la entrada para el blog a medio redactar... A ver si hoy por fin consigo concretar y dar forma a mis ideas.

Como sabéis, queridas y queridos, la lactancia no es el tema principal de este blog, aunque yo misma me considero una defensora del amamantamiento hasta que madre e hijo quieran. No suelo tratar este asunto porque ya hay blogs que lo abordan en profundidad y porque hay tanto ginesaurio contra el que arremeter que me sobra poco tiempo para otros menesteres, pero hoy me vais a permitir, oh admiradores míos, que hablemos de tetas. De tetas, de tetas lactantes y no lactantes.

Ejem... No me refería a este tipo de tetas, ¿quién ha googleado
para ilustrar este post? ¡Pero si las tiene más grandes que yo!
Pensando en lo de la señora Abenia y sus exabruptos, la verdad es que a mí me parece muy bien que esta señora no quiera dar el pecho a sus hijos (en concreto ella no tiene muy buena información, lo cual es una lástima porque no será una decisión realmente libre, pero no deja de ser suya), lo que me molesta es que no me deje a mí darlo en paz.

Veamos si me explico. Cuando veo a una mujer dar un biberón a su hijo, no me dedico a arengarla sobre los beneficios de la lactancia materna. Ni mucho menos. ¿Qué sé yo si ese biberón es de su propia leche, por ejemplo? ¿Qué sé yo acerca de esa mujer, de por qué no enchufa a su hijo a la teta? ¿Me importa a mí, acaso, si es porque no quiere o porque no pudo? Así que me callo y miro hacia otro lado. Me meto en mis asuntos, vamos.

No creo en los bandos. Me disgusta que, cuando alguien habla de lactancia desde el respeto y exponiendo las cualidades de la leche materna, alguna mujer se sienta mal y diga que se la acusa de "mala madre". Porque tampoco creo en las "malas madres" (aunque haberlas, las habrá, como las meigas, digo yo), ni en el coco ni en el hombre del saco ni en los penes submarinos. Me apena sobremanera que alguna mujer confunda la defensa de la lactancia con un ataque hacia ella, hacia sus decisiones o hacia una experiencia que, por "a" o por "b", ella no pudo cambiar.

Esto ya es otra cosa. Tetas de mujer, el bebé es opcional.
Me resulta curioso que percibamos como ataques cosas que no pretenden serlo; es como si yo me sintiese dolida cuando se habla de los problemas que puede tener un bebé por el hecho de nacer por cesárea. Ya me habría gustado a mí evitar la cesárea por la cual nació O.G., pero el pasado no puedo cambiarlo; solo puedo comenzar cada día dispuesta a minimizar esos posibles problemas y a dejarle claro que su madre le adora y que dará cualquier cosa por él y por su hermano.

Y me pregunto si detrás de esa sensibilidad, de ese sentirse ofendida, no habrá una mujer herida, una mujer a la que le estropearon la posibilidad de dar el pecho a su bebé con mala información o con poca voluntad por parte de los profesionales que, en teoría, deberían haberla ayudado. ¿No será que estos temas nos molestan porque todavía nos duelen demasiado? Me veo a mí misma recién operada, lidiando con mi dolor y mi indignación, intentando digerir lo que había sucedido y por qué las personas que supuestamente tenían que cuidarnos nos habían tratado así. Solo con el tiempo pude asumir lo que había sucedido y entender que únicamente podía mirar hacia atrás en busca de inspiración para vivencias futuras.

Digo esto con todo mi cariño hacia esas mujeres, porque creo que, cuando tomas una decisión informada, lo haces con todas las consecuencias y te toca un pie lo que diga el de al lado, no te molesta especialmente... No sé, por ejemplo, cuando decidí parir en casa (antes de quedarme embarazada del pequeño U-6), varias personas de mi entorno se echaron las manos a la cabeza porque estaba muy reciente la muerte de una bebé en Cáceres tras un parto domiciliario, pero a mí lo que ellos opinasen me daba bastante igual. Yo me había informado y sabía lo que quería, ¿por qué iba a molestarme que ciertas personas dijesen chorradas?

Esto es lactancia prolongada. En este caso, lactancia diferida,
pero lactancia al fin y al cabo. Nótese que el buen señor lo que
tiene ya es más vicio que una garrota y que no puede ser sano
que un chico tan mayor continúe con el biberón...
Lo que no me parece de recibo es insultar a la gente solo por optar por una cosa u otra. Descalificar a los demás y comparar, en este caso, a quienes dan el pecho con "dudosas mendigas", animales u homínidos de Atapuerca me parece de tener muy poco cacumen y hace a esa persona merecedora de una respuesta contundente y en su propio idioma. Tampoco se me ocurre llamar a una mujer "mala madre" por no amamantar, aunque me cuesta creer que una mujer bien informada no prefiera esta opción. Es más, conozco a más de una mujer que, no  habiendo podido dar el pecho a pesar de haberlo intentado, continúa ofreciendo a su bebé el pecho como consuelo, calmante o "somnífero".

Sumo y sigo: las opiniones son como los traseros, cada uno tiene el suyo y el del tipo de al lado es siempre más feo. Así que estaría bien que quien no entiende mínimamente de un tema se callase o, por lo menos, no hiciese apología de su ignorancia en una tribuna pública como es un blog. Digo yo. Y vuelvo a recurrir a mi experiencia vital: antes de ser madre, todos estos temas me importaban poco tirando a nada, me preocupaban menos que el pronóstico del tiempo para el fin de semana y sabía de ellos absolutamente nothing. Razones todas por las cuales no solía hablar de estos temas y mucho menos opinaba sobre lo que hacían quienes tenían hijos. Es más, les encontraba muy plastas (mi entorno era profundamente clasicón y aburrido para estas cosas) y procuraba que ni saliesen estas conversaciones. Pero jamás me dediqué a criticar a nadie por dar teta, biberón o tapitas de jamón del bueno a sus retoños. Hasta ahí podríamos llegar.

Así que, por favor, dejemos de pedir respeto para quien ataca. Si alguien me critica por dar el pecho, pienso soltarle cuatro frescas. Del mismo modo, si tú das biberón y te tocan las narices, harás bien en reaccionar. Pero, de verdad, no confundamos los artículos informativos o autobiográficos con esas peroratas absurdas de quien no tiene nada más que hacer que aporrear el teclado intentando crear frases con sujeto, verbo y predicado.

No sé si he conseguido explicarme u os he dejado más liadas que el pelo de Lidia Lozano, pero lo he intentado. Otro día os contaré las fantabulosas teorías sobre bebés que tenía antes de ser madre, una risa.

Se despide y se marcha a cenar,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

miércoles, 8 de agosto de 2012

De tetas, fluidos y derrapes mentales

Queridas, queridos, rompo mi estival silencio durante el cual me he dedicado a fingir que trabajo (con nivel de éxito moderado-alto) y a disfrutar de mis churumbeles y recién estrenado maridito (a total satisfacción, por cierto), porque por varios canales me habéis asediado, oh fanes que lo sois, para pedirme que ponga coto a tanta chorrá como se lee por estos blogs de Dior. Y es que, ya se sabe, hoy día a cualquiera se le deja tener un bló y en internet no se estila eso tan selectivo y disuasorio del derecho de admisión.

Resulta, queridas y queridos, que una energúmena muy mona ella, de esas cuyo cometido televisivo es decorar la pantalla (fundamentalmente) y servir de ejemplo a los padres para recordarles a sus hijos adolescentes la importancia de una correcta formación académica, ha decidido soltar los deditos para decir alguna gilipollez de esas que sonrojan al leerlas de tanta ignorancia como destilan. Yo, en principio, pensaba circunscribirme y limitarme a la genial crítica de la siempre acertada Alba en su blog Som la Llet, pero la aclamación de mis admiradores, que son los más guapos e inteligentes del mundo mundial, ha removido mi conciencia, así pues, allá va: ¡toma fluido color rosa chicle en todo el jeto, maja!

Por cierto, echaréis en falta quizá (solo quizá) el enlace a la entrada original del blog de esta individua (me niego a llamarla "mujer"), pero es que no pienso ponerla. Si queréis contactar con ella, la googleáis, como todo hijo de vecino (esto admite dobles y triples lecturas, yes). Ah, a mí también me encanta lucir canalillo, pero no me gano la vida con ello sino con mi cerebro (y no donándono a la ciencia, sino ejercitándolo). Hale.


Lactancia, ¿hasta cuándo?
Del 1 al 7 de agosto se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna. Nadie niega sus beneficios (bueno estaría), pero aún sigo consternada, con todos mis respetos, por la imagen que mis retinas registraron hace unos días en medio de una de esas cenas con amigos que se alargan y en las que tocas todos los palos (pues no toques tanto los palos de los que no conoces ni media y documéntate un poquito antes, como he hecho yo contigo, que no sabía ni quién eras hasta ahora, perlita). La de una madre amamantando a su hijo de unos 4 años. ¡La leche! (¡Oh! ¡Horror y pavor! ¡Excomunión! ¡Qué osada, dar teta a su hijo en vez de usar sus pechos como objetos decorativos! ¿Será guarra, la tía?)

Fue de esta manera que decidí (expresión de influencia francesa; lo correcto es "como decidí") compartir la foto en mi perfil de Twitter. El tema dio bastante juego, estas fueron algunas de las ingeniosas respuestas de la red (ingeniosas te parecerán a ti, bonita, que por lo que estoy viendo tienes el nivel intelectual justito como para entretenerte con un canuto hasta que te salga la "o"; ni las reproduzco porque solo hay una o dos que merezcan la pena).
Entonces, ¿hasta qué momento? Ese es el 'quiz' de la cuestión (No, chata. Será en todo caso el "quid", porque un "quiz" es un concurso y, que yo sepa, aquí en estupidez ninguna puede competir contigo, porque juegas con ventaja). ¿Hasta el infinito y más allá? No son pocos los hombres que con curiosidad hacen una cata de leche materna cuando sus parejas están nutriendo a su pequeño. Recuerdo una divertida comida con una conocida compañera de televisión, que nos contaba en un descanso a toda la mesa que la escuchábamos, entre carcajadas, cómo, cuando dió (sin tiiiiiilde, anda) a luz, una enfermera les sorprendió a ella y a su marido en la habitación del hospital en plena faena, succionando esté (¿esté? ¿Otra vez nos habla en fgancés, señogaaaa?) el pezón de la susodicha para estimular la subida de leche. ¡Los hombres pueden ser tan condescendientes! ('modoirónicoON'). No pierden oportunidad.

Lo sabemos de sobra, nos lo han dicho hasta la saciedad, "la leche de la madre es un magnífico alimento para el churumbel" (no, bonita, no es un "magnífico alimento", es EL alimento normal y lógico. Lo demás son inventos del ser humano), le basta este alimento para crecer con mucha rapidez. Pero en un país desarrollado, más allá de los seis meses recomendados (documéntate, Adri, la OMS recomienda seis meses de lactancia exclusiva y luego prolongarla como mínimo hasta los dos años complementándola con otros alimentos; es decir, la leche materna sigue siendo lo fundamental y el resto es un añadido), ¿qué sentido tiene alternar el bocadillo de mortadela o los deberes de clase con unos sorbos de leche materna? Que alguien me lo explique, por favor (¡qué cortedad! Tiene el sentido de dar a tu hijo el mejor alimento posible mientras ambos así lo queráis, el de reforzar vuestro vínculo de una manera muy sencilla y directa y el de "porque me sale de las tetas hacerlo", por si el argumento de la libertad te parece bien. Por cierto, qué poco fina eres, los bocadillos de mortadela no están a la altura de la teta. Si quieres comparar, en todo caso un jabuguito). ¿Tanto ha subido el cartón de leche que sale a cuenta elegir esta opción? (Suba o no suba, sale a cuenta, sí: la teta es gratis, está siempre disponible sin calentar nada, la llevo encima aunque me olvide de las llaves de casa y a mis hijos les encanta.)

Este será el nuevo símbolo internacional
para los baños de mujeres, porque dar la
teta es tan asqueroso que el sitio adecuado
es el mismo donde se giña. ¿No, Adri?
Caso aparte requiere el amamantamiento en plena calle, siempre me ha parecido que el acto en sí requiere de cierta privacidad (la que a la madre del nene le salga de las mismísimas tetas, así de claro te lo digo, y si no te gusta, pues no mires). Hoy en día no es difícil encontrar lugares habilitados donde poder disfrutar de la intimidad, luego están los probadores de numerosas tiendas (¿para echar un polvo, dices? Yo es que tengo casa propia y valoro mucho mi intimidad... Ah, para dar teta; no, eso lo puedo hacer en cualquier parte donde a mi hijo le dé hambre. Qué bien te sentaría esperar con tus trapitos en la mano en la cola de la tienda porque yo estoy dando teta en un probador... ¡Ay, insensata). Y digo esto porque no será la primera vez -admito que soy bastante escrupulosa- que se me haya indigestado la comida al observar enfrente mía (Mamá novata tiene toda la razón en que no debo dejar pasar este error; se dice "enfrente de mí") a una mujer sacándose 'las ubres' para alimentar con sus fluídos (sin tiiiiilde, second time) a su bebé (aquí se me ocurren varias respuestas:
  • Pues te jodes.
  • Pues si te indigestas, así mantienes la línea.
  • Mira, mona, mi madre es muy del refranero español, pero en esta ocasión te viene que ni pintado un dicho de mi padre, que reza "todos los guarros sois escrupulosos". No sé, pero si no se te indigesta el cortadito pensando en todos los tíos que se la menean, fluidos incluidos, a tu salud viendo las fotos de tu entreteto, no entiendo por qué te sienta tan mal que una mujer dé utilidad fisiológica y práctica a sus pechos. 
  • ¿Será envidia? 
  • Nota mental: añadir una bolsa de plástico a mi Hermès de paseo por si me encuentro a alguna mojigata luce-teta de estas, para que pueda vomitar sin manchar nada al verme dar teta) 
Es algo que no me ha causado buena impresión desde una tierna edad, no sé cómo gestionaré esta etapa cuando se me presente, pero me resulta muy animal, de Atapuerca (pues anda que no eres tú pijotera, bonita. Vamos, que antes de darte el pecho tu madre se hervía la teta... Si es que has tenido la suerte de ser amamantada, que por la ojeriza que le tienes al tema yo diría que a ti te han criado con Pelargón y gracias... Y después pasaste directamente al bocata de mortadela, claro).
Quizá un trauma infantil que se remonta a cuando de la mano de mi progenitora me cruzaba con las dudosas mendigas que se ponían en medio del paseo a pedir, aprovechándose de un niño, quizá ni de ellas, en los brazos (¿y qué tienen que ver las mendigas que llevan un niño en brazos con las mujeres que dan el pecho? Tus asociaciones de ideas son muy peculiares, con un test de Rorschach me gustaría a mi verte, ingeniosa). O de un libro de geografía en el que aparecía una indígena alimentando a un jabalí con su pecho, imagen que hubiera deseado me arrancaran de los ojos (mejor te iría, sí). Así que vaticino, con bastante probabilidad, que yo seré de esas 'malas madres' que se apunten a la moda del biberón ("moda" es la palabra clave: tú no actúas por convencimiento ni por reflexión, sino por moda. Ya te digo yo que el año que viene se llevarán los pelos en las piernas, créeme... ¡Qué pena que te hicieses una depilación definitiva, ahora serás una fashion-paria! Igual te lo crees, como eso de contrastar no es lo tuyo...); y no por una cuestión de estética, porque en mi caso la gravedad no es un problema, sólo tenéis que observarme (tú también puedes observar mis preciosos pechos turgentes de madre lactante, ¡ah, no, que te dan asco! Pues tú te lo pierdes), sino de clara desnaturalización o sentido de civilización (es que dar teta es de salvajas, lo civilizado es usarlas para goce de pajilleros), según se mire (tus hijos y tú os lo perdéis, chatita, pero a mí déjame dar la teta en paz y ocúpate de las tuyas).
Únicamente nosotros, los seres humanos, por llevar la contraria al mundo, bebemos leche de otra especie cuando cesa la lactancia. Igual no seamos todo lo naturales que pensamos entonces (¡Saludad a Adri, inventora de la rueda, descubridora del fuego y fundadora de la civilización humana! ¡Que se ha dado cuenta de que no somos naturales! ¡Nos vestimos, nos calzamos y asfaltamos caminos por los cuales circulamos con máquinas malditas!). Al parecer es dudosamente recomendable. Al final, he optado por apuntarme a la leche de arroz y la de almendras (eso no son "leches", sino bebidas vegetales. De verdad, lee un poquito más). La de soja, magníficamente publicitada, resulta que no es saludable para una mujer joven y sana por su contenido en estrógenos (fitoestrógenos). Y muchos cánceres de mama son sensibles a los estrógenos (pues dar la teta ayuda a proteger contra el cáncer de mama, one more time, tú te lo pierdes).

Recapitulando, ahora que registro en mi mente los amigos que se han criado a punta de tetina, la verdad es que están hechos un toro (sí, como que tienes hecha una lista mental de quién ha mamado teta y quién se la ha mamado al jefe. Anda ya a Parla. Y si son varios, estarán hechos "unos toros"). Pero yo no quiero ser una vaca (no, ¿para qué? Si ser imbécil se te da de miedo). Cada una que decida libremente.

-Fin de la paja mental de esta chica-

Pues sí, cada una que decida libremente y, a ser posible, que no insulte a quienes hacemos otra cosa, porque ni somos vacas ni mendigas ni provocamos náuseas a nadie. Que a mí me parece cojonudo que esta chica se llene de ceros la cuenta corriente posando para revistas de pajilleros, pero, que yo sepa, no le he preguntado su opinión sobre las aplicaciones prácticas de mis tetas, así que, Adri, bonita, revísate los manuales de ortografía de Bachillerato y luego sigues diciendo memeces.

Y ahora, voy a merendar con pastelitos caseros y leche de vaca, que yo soy así de antinatural y lo disfruto, OH YEAH.

Se despide,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

10/8/2012
Siguiendo la recomendación de mi querida Mamá Novata, y con la sana intención de que la autora de tal pajilla mental aprenda ortografía, procedo a añadir un par de correcciones/sugerencias en rosa chicle.
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