jueves, 29 de diciembre de 2011

Parir a la antigua usanza, jodida pero ¿contenta?

Aviso para despistados: esta es una entrada didáctica a la par que divertida, destinada a elevar vuestro nivel cultural uniendo lo útil a lo agradable, como se dice por Portugal. Si no queréis cultivaros, estáis a tiempo de huir ahora cerrando la ventana. Eso sí, mi espíritu os perseguirá murmurando en latín cuando os durmáis y os haréis pis sin remedio. Tenedlo en cuenta.

Cuando voy a casa de mis padres, queridas y queridos, suelo sustraerles con disimulo algún libro de sus pobladas estanterías, que tantos buenos ratos me hicieron pasar cuando era una niña monísima; mi padre, si lo supiese (lo de mi cleptomanía, no lo de que disfrutaba leyendo), rabiaría cual ogro de segunda regional, pero de momento nadie se lo ha chivado y, además, puedo argumentar en mi descargo que entre mi madre y yo hay un cierto tráfico literario y hemos perdido la cuenta de qué libro está en casa de quién hace ya unos cuantos años.

El caso es que, en una de mis excursiones al paraíso materno, me traje un librito que siempre me hace sonreír porque se puede leer en cualquier momento y ocasión sin necesidad de marcapáginas. Me refiero a "Historias de la Historia", de Carlos Fisas, recopilación de sus intervenciones en la sección homónima que condujo durante más de diez años en los programas de Luis del Olmo (creo que esto fue antes de que yo naciese).

Enfrascada me hallaba yo en su lectura el otro día, cuando llegó a mis ojos un epígrafe al cual no di la menor importancia en el momento en que leí aquel libro por primera vez, hace más de veinte años: "El embarazo y el parto". No podía creer lo que veía, ¡qué filón! ¡Qué de anécdotas, qué de historias curiosas y qué ganas de compartirlas con vosotros, admiradores que me adoráis! Pero mi estupor fue aún a más, si es que aquello era posible, y mis ojos se abrieron de pasmo hasta secárseme las córneas y dolerme las comisuras de los párpados, cuando encontré el siguiente texto, delicioso donde los haya, que explica muchas cosas y que comento, cómo no, en rosa chicle, para traduciros al castellano contemporáneo lo que antaño se decía con hermosas palabras hoy en desuso. Podéis hacer una primera lectura obviando mis comentarios para, posteriormente, deleitaros con mis ingeniosas apostillas. Cuando lo leáis, entenderéis por qué aquí se atienden los partos como se atienden... O no.

Esta señora no es del siglo XVI, ya lo sé,
pero anda que no tenía personal alrededor
para darle por el saco...
En nuestra patria y durante la primera mitad de la centuria decimoséptima, aconsejábase multitud de drogas y manipulaciones para avivar y facilitar los partos. (pues como ahora, Carlos, no te creas tú que hemos avanzado tanto...)
El jefe de servicio del Hotel Espe doctor Francisco Núñez recomendó en 1621 la conducta siguiente para la asistencia a las mujeres: acostarlas en el lecho de trabajo boca arriba (eso nos lo siguen intentando colar ahora, para vernos mejor los bajos), refrescar la habitación en verano y templarla en invierno: poner sobre las narices y boca de la parturienta, un estornutatorio (es decir, algo para hacerlas estornudar; supongo que la idea era que el niño saliese a la vez que el "aaaaatchíiiiiis"); asir a la preñada por los lados y apretarla con ambas manos hacia abajo (esto es un Kristeller, también llamado "el tubo de pasta de dientes"), "entre tanto, dice, ande la parte diligente y no dexe pasar un punto sin trabajo ungiendo y ablandando la natura (=metiendo la mano en el chichi de la parturienta) con aceite y huevo o sahúme la matriz con unas píldoras compuestas de mirra, gálbano, castóreo y hiel de vaca (¿es necesario?), o con azufre (esto ya es recochineo) y opopónaco arrojado sobre ascuas; también aprovechan los sahumerios de estiércol de paloma o de milano (yo creo que más bien se acojona el niño y no sale ni a la de tres con el pestazo que habría en la habitación...); es también cosa muy útil tomar un copo de lana remojada en zumo de ruda y meterlo en la natura de la preñada; el asafétida y el opopónaco con caldo o vino aguado, si se da a la preñada hace salir la criatura (sí, por la ventana), y asimismo la canela y el culantrillo en decocto". Si a esto se añaden los potajes, las grasas, caldos confortativos (¿ves?, de eso no nos dan ahora; igual que te digo una cosa, te digo otra... En esto hemos retrocedido, actualmente en el hospital pasas más hambre que una solitaria en el cuerpo de Kate Moss) y cien mejunjes preconizados para arrojar las secundinas, veremos que, en aquel tiempo asistir a un parto, según Núñez, exigía no poca diligencia de parte de la comadrona (que acabaría pidiendo la baja por estrés, porque menudo trajín) y mayor resignación de la parturienta. (Ya puedes decirlo, Carlos, no dejaban parir en paz)

Y todo esto sin tener acceso a la vena para chutar cosas, si es que no hay necesidad... Lo que pasa es que los sanitarios modernos se han vuelto unos vagos y pasan de andar cocinando infusioncillas en el momento, que todo nos lo ponen precocinado y sintético...

¡Qué! ¿Cómo se os queda el cuerpo? Esto va especialmente dedicado a esos ignorantes de la vida, palurdos que hablan porque tienen boca, que dicen que somos unas "naturistas" y que queremos parir como hace quinientos años... ¡Qué desencaminados estáis! Queremos, paletos bocachanclas desinformados, parir con respeto a nuestro cuerpo y a nuestros hijos, sin potingues extraños, sin que nos metan la mano hasta el codo y sin que nos estrujen la barriga. Ah, y mi favorita: yo me pido sin vía.

Se despide para continuar leyendo,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

martes, 27 de diciembre de 2011

Cómo solicitar la historia clínica

Queridas y queridos, por petición popular, por aplastante volumen de solicitudes, por todos esos e-mails que me saturan la bandeja de entrada y me hinchan de gozo el corazón, he decidido que lo mejor para nos, para vos y para todos es que podáis disfrutar "en abierto" y sin interrupciones publicitarias de ese magnífico documento, útil y maravilloso donde los haya, que es el Modelo de Solicitud de Historia Clínica.

Quiero dar las gracias a Francisca Fernández, excelente abogada enormemente implicada en la defensa de los derechos de mamás y bebés, por "parir" este modelo de solicitud y por permitir su divulgación, que tan útil nos es y será para saber qué pasó en nuestros partos. Porque huelga decir que, aunque estemos allí, a veces se nos escamotea información con todo el descaro del mundo.

Lo ideal es que preparéis vuestra carta con este texto, completándola con vuestros datos personales, y la enviéis por correo certificado al hospital donde parísteis. Aseguraos de conservar el resguardo de Correos para poder demostrar que la enviásteis en tal fecha. No es necesario hacerlo por burofax, pero si os quedáis más tranquilas, adelante. Os animo a pedir vuestras historias clínicas, tanto si vuestros partos fueron estupendos como si fueron traumáticos. En el primer caso, os llenará de alegría releer y revivir lo que sucedió; en el segundo, os aclarará varias cosas (y os cabreará si no está completa, claro).

Para que este documento sea accesible per secula seculorum y no se pierda entre tanta entrada interesante y devoradora de neuronas, voy a tener la deferencia para con vosotros, queridas y queridos, de dejarlo enlazado a la derecha, junto al plan de parto subversivo.


Sr./Sra. Gerente
HOSPITAL DE [___]
[___]

En [___], a [___] de [___] de [____]

Estimado(a) Sr.(a):

Ref.: Solicitud de copia de historia clínica nº [inserta este número si lo sabes -vendrá en el informe de alta- pero basta con tu nombre, apellidos y D.N.I.]

    Yo, [Nombre y apellidos], con D.N.I. [____] y domicilio en [____], actuando en mi propio nombre y derecho y en el de mi hijo [____], nacido el día [____] en [____], en virtud de los derechos de acceso a la información y documentación reconocidos en la Ley General de Sanidad y artículo 18 y concordantes de la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica, solicito copia íntegra de mi historia clínica y la de mi [hijo/hija] , legible, ordenada cronológicamente y foliada. 

Según prevé la citada ley en su Artículo 3, la Historia Clínica es “el conjunto de documentos que contienen los datos, valoraciones e informaciones de cualquier índole sobre la situación y la evolución clínica de un paciente a lo largo del proceso asistencial.” La copia deberá contener todos los documentos que se relacionan en el artículo 15 de la misma ley.  Por todo lo anterior,

SOLICITO

a) La documentación relativa a la hoja clínico-estadística.
b) La autorización e informes de ingreso.
c) Informes de actuaciones de urgencia.
d) La anamnesis y la exploración física.
e) La evolución.
f) Las órdenes médicas.
g) La hoja de interconsulta.
h) Los informes de exploraciones complementarias,
i) El consentimiento informado,
j) El informe de anestesia.
k) El informe de quirófano o de registro del parto.
I) El informe de anatomía patológica,
m) La evolución y planificación de cuidados de enfermería.
n) La aplicación terapéutica de enfermería,
ñ) El gráfico de constantes
o) El informe clínico de alta.
Los párrafos b), c), i), j), k), I), n) y o) solo cuando se trate de procesos de hospitalización o procesos asimilados.
Informe del departamento de informática y archivo de historias clínicas de los diferentes accesos que se hayan producido en los mencionados documentos, haciendo especial mención a la eliminación o modificación de alguna entrada o registro. 

Todos los datos que puedan extraerse del sistema informático, incluido prescripción de medicamentos, por fecha, diagnósticos realizados, etc.
En caso de no constar algún documento por algún motivo específico, deberá mencionarse expresamente las causas.
Igualmente, deberá identificarse con nombre, apellidos y categoría profesional a todas y cada una de las personas intervinientes en los procesos asistenciales (médicos, comadronas, enfermeras, residentes, pediatras y neonatólogos...). 
Les recuerdo que la falsificación, ocultación, manipulación o elaboración a posteriori de informes o documentación clínica está castigada penalmente.
Adjunto a la presente copia de mi D.N.I.
Atentamente,
[Firma][Nombre y apellidos]
D.N.I.


Gracias, Fran, por permitirnos compartir este documento que, estoy segura, ayudará a más de una familia.

Os recuerdo, queridas y queridos, que el hospital tiene treinta días para entregaros la historia. En sucesivas entradas os contaré qué pasa si os la dan incompleta (que suele pasar).

Y ahora, me marcho a estirarme lánguidamente en mi sofá.

Lady Vaga,
la diva que divaga.

* Para saber más:  www.franciscafernandezguillen.com

jueves, 22 de diciembre de 2011

Tocando los bajos del jefe de servicio

Queridas y queridos, es un motivo de gozo y satisfacción (interrupti, puesto que aún no puedo comunicaros el desenlace y sí el inicio de mis gestiones) comunicaros que ya hemos denunciado ante la Agencia Española de Protección de Datos la renuencia del Hotel Espe a entregarme copia de mi historia clínica.

El propio jefe de servicio me decía en su misiva estival, como podéis leer aquí, que él mismo había dado orden a sus esbirros de que me fuese entregada sin más dilación, pero quienes me seguís, queridas y queridos, sabéis que periódica y sistemáticamente intentan colarme lo mismo: las analíticas y el informe de alta de urgencias. Faltan, por tanto, datos a cascoporro y por ahí no paso, no, señores.

Espero, por tanto, que la AEPD le dé un buen tirón de orejas al departamento responsable de esconder mi historia clínica en el fondo del armario de las sábanas viejas y, ya de paso, que se entere el jefe de servicio y se le indigeste el café, por bichejo y por soberbio. Que, por si él no se había leído esa parte de la ley, yo tengo derecho a mis informes se ponga como se ponga y él no es nadie para decirles a los de Atención al Paciente que me den unas analíticas birriosas y un informe más escueto que los tangas de Aramís Fuster.

Otra cosa será cuando me llegue la colección de papeles y aquello se entienda menos que el Manuscrito Voynich, pero para eso ya me prepararé con un selecto equipo de criptógrafos que aún andan dándose de narices con el tachón misterioso de mi historial en Hotel Stanley.

martes, 20 de diciembre de 2011

Hace un año, por estas fechas...

... El pequeño U-6 se preparaba para alojarse en el acogedor chalé intrauterino que le reservaba su mamá.

Queridas y queridos, hace un año, por estas fechas, había tenido la que ha sido y es mi última regla hasta la fecha y Lord Muchomacho y yo nos afanábamos en encargar un hermanito para O.G.

Hace un año, por estas fechas, fue concebido U-6. No me preguntéis la fecha exacta porque fue una época de gran actividad y una no estaba para llevar la cuenta de los actos cometidos. Además, que esas indiscreciones no os las cuento yo, que soy una dama.

Hace un año, por estas fechas, redacté mi Plan de Parto Subversivo. Me sentía llena de energía, había recibido un chute de ganas de hacer cosas en la asamblea de El Parto es Nuestro y tenía la necesidad de expresar mi rechazo hacia un sistema que no me satisfacía como usuaria y que se obstinaba en dejarme al margen de mis propios procesos sexuales y reproductivos.

Hace un año, por estas fechas, yo aún no era Lady Vaga oficialmente, pero ya apuntaba maneras. Quién iba a decirme a mí que mi segundo embarazo dejaría salir lo mejor y lo peor de mi persona, a chorros y organizando un espectáculo de insospechadas proporciones...

La vida te da sorpresas, decía la canción.

Besos retrospectivos,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Y otra vez a vueltas con el jefe de servicio...

Queridas, queridos, esta entrada la escribí el diez de septiembre, antes de nacer U-6, pero no quise publicarla por si ello perjudicaba a la protagonista de la historia. Hace unos días, revisando los borradores, la encontré y escribí a mi amiga para pedirle su permiso para publicarla. Contando con su aprobación, procedo, por tanto, a daros a conocer un despropósito más de nuestro querido Jefe de Servicio (ya lo pongo en mayúsculas porque es que el hombre se está ganando un lugar en mi páncreas a fuerza de cariño). En primer lugar, está el texto que escribí en septiembre. A continuación, las aclaraciones que mi amiga ha considerado oportuno hacer para corregir detalles que yo no tenía claros en su día.

Estoy empezando a cabrearme en serio. Lo de este hombre, queridas y queridos, no es normal; por ahora, no puedo daros más detalles, pero os diré que una buena amiga ha tenido hace un par de días su segundo parto en casa y ha sido una experiencia maravillosa para ella y su familia.

Por un problema en el posparto inmediato, mi amiga ha tenido que trasladarse al Hotel Espe, donde la han legrado. Ahora descansa en su habitación y espera el momento del alta.

Hasta aquí, bien, ¿no? Quiero decir, que el problema lo habría tenido independientemente de quién y dónde la atendiese (otra cosa es si esa persona hizo bien su trabajo o podría haberse dado cuenta antes de la cuestión; en casa, fue revisada por dos personas diferentes, comadronas profesionales y experimentadas, que no observaron nada fuera de lo normal), fuese en casa, en un hospital o en una estación espacial.

Lo que yo no entiendo, queridas y queridos, es con qué autoridad, moral, médica o religiosa, el señor jefe de servicio traspasa el quicio de la puerta de la sala de reanimación para decir a esta mujer, que ha tomado sus decisiones con plena conciencia y plena consciencia, que si niños tontitos, chamizos en África, doble de muertes infantiles en Holanda que en España y la madre que parió a quinientos de una sentada. Es que ni esperó el muy golfo a que mi amiga tuviese habitación...

No, doctor, no. Eso no es educación, no es empatía, no es ser profesional. Esa mujer no necesita que usted la asuste "a toro pasao" ni que le cuente historias de terror de muertes horribles. Necesita reponerse física y mentalmente, descansar y estar con los suyos. Y usted no entra en ese epígrafe, así que hará bien en mantener su batiblanqueada presencia lejos de ella.

En fin, una muestra más del carácter de este señor y otra prueba de que yo no me lo invento. Que tengo ya un pequeño listado de sus actuaciones estelares y no me gustaría tener que engrosarlo nunca más:
  • Durante la cesárea de Lady Rabbit, se dedicó a bromear con el cirujano: "estáte por la faena, que cortas al niño, jejejeje". 
  • Cuando Lady Rabbit envió su plan de parto PVDC, la llamó para amenazarla con invitar a un juez al parto si insistía en su irresponsable intento de parir por el orificio que natura destina a tal efecto.
  • Estando yo ingresada en marzo, intentó achantarme a instancias de la doctora Fistra. Menudo Dúo Dinámico que forman estos dos, en mallas me gustaría verles...
  • Cuando pedí mi historia clínica, me llama para citarme en Alto Riesgo, a lo cual me niego.
  • Le mando mi plan de parto, intenta citarme y al negarme me manda una carta recordándome que parir por abajo es de alto riesgo porque tengo una cicatriz en el útero y que la vía es obligatoria (creo que hasta al que va a leer el contador del agua se la ponen, sí).
  • Ahora se dedica a masacrar mentalmente a una mujer que acaba de pasar por un legrado. Estará orgulloso, doctorcito, así ya se puede, ya.
Así que concluyo afianzándome en mi opinión: este señor esgrime maneras de matoncete de patio de colegio o de señor feudal  pasado de moda. Me da mucho asco y mucha grimica. Espero que mi querido Íñigo Montoya se le aparezca en sueños y le clave la espada en algún agujero de los que usted tiene ya hechos de serie, señor doctor, pero sin acritud.

Se despide cabreada de narices,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

Y este es el comentario de mi amiga a esta entrada:

"Aclaro algo que me preguntaste en su día y no se si te contesté: Lo raro de mi caso es que, después de sacarme la placenta, el útero volvió a su sitio perfectamnete y dejé de sangrar... lo normal, vaya... a las cuatro horas, empecé de nuevo. Vino la matrona, me sacó otro coágulo y de nuevo todo volvió a su sitio y dejé de sangrar... al rato igual. Como no se lo explicaban, bajamos al hospital. En el hospital tampoco se lo explicaban, porque el útero estaba bien y en ecografía se veía todo perfecto.

Fue a raíz de que me metieron la mano hasta la campanilla que encontraron un resto de placenta muy cerquita del cuello... (eso se había visto en mi primer sangrado y la doctora me dijo que debían revisarme eso siempre que fuese a ecografías... cuando yo lo comentaba, no me hacían ni caso y me decían que la placenta estaba bien arriba... que no había problema...

Pero lo había: como mi placenta era aberrante y tenía muchas "partes" una de ellas siguió bien abajito, a pesar de que la mayor parte estaba bien arriba... ¿me explico?

Otra aclaración: nuestro querido doctor no entró a la habitación, no señor, no tuvo ni la compostura de esperar... entró a las 6:30 a reanimación a echarme la peta, cuando yo había entrado ahí a las dos o tres de la mañana... recién parida y sin dormir... qué minimo que haber esperado a tener habitación, ¿no? Ah, que es que a lo mejor, como soy tan loca y tan jipi, pedía directamente el alta voluntaria y entonces estaría lejos de sus tentáculos..."


Queridas y queridos, como diría mi madre, que es muy del refranero español: a buen entendedor, pocas palabras bastan.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Los buenos ginecólogos existen

Queridas y queridos, os extrañará que estas palabras surjan de los dedos de vuestra diva combativa, pero en honor a la verdad y cumpliendo una promesa enunciada meses ha, debo abrir vuestros ojos a una verdad que os costará creer y más aún comprobar. Os pido, por tanto, un acto de fe a la hora de leer la siguiente afirmación, que resalto en negrita para fijar vuestros ojos en ella con mayor eficacia:

Los buenos ginecólogos existen.

Como os figuraréis, son un grupo menos numeroso que el de los prepotentes y chapuceros, pero me atrevo a aventurar que eso sucede en casi todas las profesiones. Por tanto, y para que podáis distinguir estas perlas cuando las encontréis, voy a daros una serie de pautas y características que os ayudarán a daros cuenta de que estáis ante uno de los buenos. Si tal aconteciere, queridas y queridos, no olvidéis tomar nota de su nombre y pasármelo a hurtadillas, nunca se sabe cuándo va una a necesitarlo.
  • Un buen ginecólogo no atiende partos por sistema. Está a sus cosas, en su guardia, y no interviene a menos que la comadrona (responsable, recordemos, de la atención al parto normal, y perfectamente capacitada por su formación y experiencia para asistirnos en tan importante trance y para identificar las posibles desviaciones de la normalidad que justificarían la presencia e intervención de un ginecólogo en el mismo) le avise. Sabe que él es un especialista en patologías, en devolver la salud a quien la ha perdido, y que un parto normal no es lugar para él.
  • Un buen ginecólogo no tiene afán de protagonismo. No se dedica a pasar por las habitaciones a dar el coñazo a las parturientas y a agobiarlas, buscando, con la excusa de ver cómo van, un pretexto para sentirse el jefe del cotarro. No mete prisa en plan "si no sale, te lo saco".
  • Un buen ginecólogo es lo es por vocación. Y, por tanto, respeta y admira profundamente el cuerpo de la mujer y su capacidad de gestar, parir y amamantar. Conoce y comprende el proceso. Sabe que él es el último actor, el último garante de la seguridad de la mujer y el bebé, y actuará solo en caso imprescindible. Jamás fabricará una coyuntura para hacerse necesario.
  • Un buen ginecólogo sabe que está tratando con personas y, como te considera una persona, no hará eso tan feo de "disparar primero y preguntar después". No te hará nada sin explicarte antes qué está pasando, por qué considera necesaria una cierta intervención, qué alternativas tienes y qué contraindicaciones o problemas podrían presentarse. Ah: y te pedirá tu consentimiento, pues, al fin y al cabo, tu cuerpo sigue siendo tuyo aunque estés en un hospital. Eso de sacar la tijera y liarse a cortar perinés ajenos o decir "venga, que te vamos a hacer cesárea" está muy feo y no es de buenos profesionales. La gente educada pregunta y se explica.
  • Un buen ginecólogo maneja los datos más actualizados, conoce la evidencia científica y no necesita amedrentar a una embarazada para afianzar su autoridad. Sabe que esa autoridad procede, precisamente, de su capacidad para demostrar y aplicar su conocimiento y no de la monísima bata blanca que se pone cada día al llegar al curro. Le gusta que le pidan explicaciones y le hagan preguntas porque valora a sus usuarias/pacientes como personas y le halaga tratar con mujeres informadas y preocupadas por su salud reproductiva. No es de los que cuelga el título en la consulta y no vuelve a leer nada que no sean las viñetas de la SEGO.
  • Un buen ginecólogo se presenta al encontraros, sea en su consulta o en la habitación del hospital. No tiene miedo de dar su nombre y no es tan prepotente como para considerar que no es de tu incumbencia. Y se toma su tiempo para la visita. Nada de "señoras, bájense las bragas, que va a venir el doctor a mirarles los puntos" (esto pasa de verdad, queridas y queridos, no me lo estoy inventando).
  • Un buen ginecólogo respeta tu autonomía. Si decides no dar tu consentimiento para alguna prueba de seguimiento del embarazo o alguna actuación durante el parto, no te calificará ni te tratará peor por ello. Dialogará contigo, te explicará por qué cree que es necesario hacer tal o cual, pero no entrará en calificaciones personales, no te llamará "mala madre" ni "irresponsable" y no dirá que él es quien más se preocupa por tu bebé, o que tu bebé es lo más importante. No jugará nunca la "carta del niño muerto".
  • Un buen ginecólogo no te infantilizará ni ridiculizará. No se ríe de tu plan de parto ni intenta contestártelo con referencias a mujeres que paren debajo de higueras ni con amenazas de "explosiones vaginales" (esto es verídico también, dicho por sendos jefes de servicio... ¿se pensarán que somos imbéciles? ¿O demasiado incultas para entender qué es una rotura uterina?). No se dirigirá a tu acompañante para intentar ponerle de su lado como si tú fueras una niña caprichosa a la que hay que reconvenir.
  • Un buen ginecólogo mantendrá un clima de respeto si tu parto ha de ser instrumental. No se dedica a hablar del resultado de un partido de fútbol, ni de la ropa que va a llevarse a NY (otra perlita verídica), ni de lo rápido que hace una cesárea (esto me pasó a mí). No olvida que, aunque no sea como tú lo habías soñado, no deja de ser el nacimiento de tu hijo y tanto tu bebé como tú merecéis que el clima sea lo más propicio posible.
  • Un buen ginecólogo no se mete en lo que no le importa. No te hablará de cosas como si puedes/debes o no dar el pecho (salvo en casos de patologías muy concretas, pero ya entramos en eso, en patologías, que son su especialidad, no lo olvidemos), ni se le ocurrirá darte "un puntito de más para que tu marido esté contento".
En resumen, queridas y queridos: que existir, existen, como las meigas, pero son difíciles de encontrar. Yo ya sé de unos cuántos que son auténticos chapuzas y no se me ocurriría bajarme las bragas ante ellos ni aunque dependiese de mí la continuidad de la raza humana (apañados estaríamos), pero no pierdo la esperanza de encontrarme con alguien así alguna vez. Si conocéis alguno, compartidlo, que no está la cosa para ser roñosas.

Se despide para armar torres de construcciones con sus churumbeles,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Un premio más. ¡Gracias!

Andrea, de Bebebibobu, haciendo gala de su simpatía habitual, me manda flores. Y yo me alegro de que sean virtuales, porque entre el nacimiento de U-6 y mi cumpleaños, llevamos una temporada en casa que no dejamos de esquivar amarilis, lilliums y anthuriums varios. Eso sí, huele divinamente, todo hay que decirlo.

Pero, bueno, al grano, que me lío a divagar y esto es un descoco ya. Que se supone que este premio floral es para agradecer a los blogs de los que siempre se aprende algo y me vais a perdonar que de momento no lo reparta, porque no podría seleccionar solo diez blogs. Quien quiera aprender cosas nuevas, que me haga el favor de pasarse por la lista de blogs sita a vuestra derecha para encontrar ni uno ni diez, sino una "jartá" de blogs repletos de contenidos entretenidos y enriquecedores. ¿O esperábais menos del blogroll de toda una diva como mi menda?

Ahora, perdonad que os deje, pero no puedo entretenerme más en este momento. Estoy muy liada creando la página de vuestra diva preferida en Facebook.

Se despide y sigue picando piedra virtual,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Es que el cuento no os lo han contado bien...

Queridas, queridos, tengo un puñadito de historias que contaros, pero parece ser que la cantidad de entradas pendientes es inversamente proporcional al tiempo de que dispongo para plasmarlas en este rinconcito nuestro, así que así funcionamos, con cuentagotas y corriendo el riesgo de que os olvidéis de vuestra antaño adorada diva, hoy relegada al karinesco baúl de los recuerdos en compañía de los vaqueros que ya no os pasan de las rodillas y las hombreras que, aunque las cantantillas cutrongas de pedo-pop-rock digan lo contrario, jamás deben salir de allí salvo para ser quemadas en una pira de fuego purificador.

No obstante, os advierto de que mi cólera divina podría alcanzaros si tal osáseis, en forma de rayo horterizador (maldición maligna donde las haya, que os haría, en caso de merecerla, vestir con las susodichas hombreras, chándal con elásticos en los tobillos, zapatos con pompones y chaquetón de escái de la peor calidad, todo junto y combinado con un cardado setentero y calcetines de raquetitas) o, peor aún, de íncubo lujurioso con la cara de un jefe de servicio y el cuerpo de Falete. Yo voy avisando.

Vuelvo hoy, para vuestro placer, a contaros una breve fabulilla inspirada en uno de nuestros cuentos clásicos; sin embargo, no es esta una versión apta para niños y sí para adultos en cuyos cerebros resida el germen del sentido común. Descubriréis en ella el contexto y la ocasión en que Lady Vaga gustaría de apearse de los tacones y cubrir sus vertiginosas curvas con una cuadriculada camisa de leñador, complementada, claro está, con botarracas de goma, vaquero informe (sin-forma) y hacha tamaño familiar de las que pesan como un cargo de conciencia. Pues, aunque os pasme y temáis que a la ínclita Lady Vaga le haya dado por el travestismo, no es tal; es apenas un desahogo mental aún no realizado pero ya anotado en mi lista de tareas pendientes (junto a tropecientas entradas, nosécuántos agradecimientos de premios y varias otras cosas).

Supongo, queridas y queridos, que todos recordáis a la dulce Caperucita Roja, ingenua chavalita utilizada por nuestros padres y abuelos para enseñarnos que no hay que fiarse de desconocidos y, mucho menos, recibir en la cama si eres una respetable septuagenaria...

¿Veis? Esta se pone la caperuza porque en su bosque
hace un frío que te pelas viva. Las demás no tenéis excusa.
Miradla, queridas y queridos: es nuestra Capreñudita Roja, ataviada con su hermoso Pretty Pusher bermellón (lo de la capucha lo dejo para las chonis y para las que vivan en clima lluvioso o practiquen el jogging; en caso contrario, absténganse, damas que lo son) y recién fecundada por su marido/compañero/póngase aquí lo que corresponda. Radiante, acude a su mamá, aquí interpretada por su médico de cabecera, para notificarle la buena nueva, lo cual, no vaya ella a ser una loca de la vida que ha regado el test de embarazo con Moët & Chandon en vez de con pipises, el simpático galeno vestido de mamá de nuestra prota querrá confirmar con un análisis de sangre. Además, la remitirá al especialista oportuno, para que le haga un seguimiento del embarazo a lo largo del bosque, y la mandará a parir al hospital o casa de la abuelita, donde, le asegura, la esperan a ella y a su bebé un recibimiento lleno de amor y toda la serenidad que tan magno evento merece.

Así pues, alegremente va Capreñudita dando botes por el bosque, pero flojitos, que no conviene pasarse de atlética en su estado, portando su hermosa cestita de mimbre a modo de canastilla, rellena ya, por supuesto, de todo lo que necesitará para su estancia en la casa de la abuelita, léase: braguitas desechables de esas que nunca son de la talla adecuada, una docena de bodies y otros tantos peleles, camisitas de batista, pañales de dos tallas diferentes por si el bebé sale terciadito y por si no, cuatro arrullos, una toquilla, discos de lactancia a tutiplén, un CD de música relajante, un bolígrafo para firmar todos los CI que le presenten por delante, una cremita para los puntos y el cepillo iónico para estar mona cuando vengan las visitas, entre otras cosas.

No desconfía nuestra dulce heroína cuando el Ginelobo se le aparece, en mitad del camino, para decirle, con aviesa intención:

- Capreñudita, Capreñudita, ¿vas a casa de la abuelita?
-Sí, llevo mi canastilla llena de cosas divinas y mira qué mona voy con mi Pretty Pusher a juego con las uñas.
- Bueno, pues vente para tal día que tengo un hueco en la agenda y cuídate de no engordar más de nueve kilillos a lo largo del camino por el bosque, que luego os ponéis ceporras y no hay quien saque a los niños ni con agua caliente.
- Sí, señor Ginelobo, lo que usted diga.

Y Capreñudita continúa su camino, sin atreverse a pararse para comer una baya, no vaya a ser que se pase de peso, ni para hablar con otras Preñuditas que también van a ver a sus abuelitas, por si acaso le dicen algo que no le cuadre. A lo largo de su travesía, el Ginelobo la controla periódicamente, que no es cosa de que la señorita se equivoque de ruta y ose llegar tarde a la casa de la abuela.

El malvado Ginelobo, que no está dispuesto a que se le escape ni una sola Preñudita, se monta en su Lexus y tira por un atajo para llegar antes a casa de la abuelita. Allí, se encuentra a la abuelita-comadrona, que junto a la cama, espera tranquilamente a Capreñudita Roja, sin prisa ni temor alguno. Sin miramientos ni pudor, el Ginelobo agarra por las solapas de la batita guateada a la abuelita y la encierra en el armario de la colada, carcajeándose con recochineo:

- ¡Ja, ja, ja, ja! ¡El parto de Capreñudita lo atenderé yo, aunque sea un parto normal!
- Pero, doctor Ginelobo, somos las comadronas las responsables del parto normal...
- ¡No en mi servicio, ja, ja, ja...!

Cuando Capreñudita llega, en su inocencia, es incapaz de distinguir entre el Ginelobo y la abuelita, pues él ya se ha disfrazado oportunamente y sonríe con fingida dulzura, reclinado en la cama. Pero tampoco es tonta la chavala y, entornando los ojillos (pues ya se ha quitado las gafas, que le han dicho que no puede llevarlas en el hospital), comenta:

- Abuelita, abuelita, ¡qué varita más larga tienes!- absteneos aquí del chiste fácil, por Diox, que es un cuento sin maldad ni cosas verdes.
- Es para romperte la bolsa mejor...

- Abuelita, abuelita, ¡qué de tubos y cables raros tienes!
- Es para anestesiarte mejor...

No del todo satisfecha, Capreñudita aventura una última exclamación:
- Abuelita, abuelita, ¡qué tijeras más raras tienes!
- ¡Es para rajarte el periné mejor!

¡Y de un salto, el lobo se abalanza sobre Capreñudita Roja, que, demasiado prima para reaccionar, deja que la tumben en el potro y la espatarren a lo gallina de corral! ¡Ay, Capreñudita, es tarde para huir! ¡Te la ha colado el Ginelobo con el cuento del parto de baja intervención atendido por comadronas...! ¡Te va a poner fino el Pretty Pusher!

Pero... ¡No temas! ¡Aquí viene Lady Vaga, vestida de leñador, que, si bien no es el look que más la favorece, sí es el más adecuado para la ocasión! ¡Y no está sola! ¡La acompaña un ejército de comadronas silvestres -de esas que atienden en mitad del bosque a las locas hippies como ella misma- que, en un pis-pas, reducen al Ginelobo maloso, rescatan a la comadrona encerrada en el armario -los chistes fáciles los dejo a vuestro criterio- y bajan a nuestra Capreñudita del potro obstétrico para que pueda parir a su bola, como los cánones mandan!

Y Capreñudita parió, en la postura que quiso, a su rollo y en el tiempo que necesitó, con las analgesias que ella estimó oportunas, un precioso bebé sin episiotomías, puntos ni suturas varias.

Moraleja: Podemos parir. No te fíes de los Ginelobos y take it easy, baby.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Lady Vaga, modernista

Queridas y queridos, con motivo del nacimiento de U-6 y coincidiendo en su fecha de entrega casi con mi cumpleaños, la encantadora Ana, siempre simpática y atenta, me ha hecho llegar un regalo que me ha emocionado e inflado el ego a partes iguales. No me resisto a mostraros la preciosa ilustración estilo Art Noveau que me ha dedicado, a petición de su señora esposa, el genial Delliafonte, un artista con tanto talento en las yemas de los dedos que se le sale a chorros como a Spiderman las telarañas, oigan.

Diría que parezco casi virginal si no fuese porque no me creería ni mi madre, ¡ejem!

Bueno. Ya podéis dejar de babear, respirar hondo y postraros ante la gracia ilustradora del autor. ¿A que estoy monísima y el pobre Alphonse Mucha debe de estar dándose de tortas en su tumba al verse así superado en su terreno por un hombre del siglo XXI? Claro, es que a él le faltaban dos cosas: el genio creador de Delliafonte y una musa inspiradora de mi calibre... ¡Habría sido un combate desigual!

Ahora, os pongo los deberes: visitad todos en este mismo instante el blog de Delliafonte y deleitaos con sus creaciones, hacedle saber lo magnífico que es y, si os apetece disfrutar de su talento a diario, no dejéis de hacerle llegar vuestros encargos con motivo de estas fechas navideñas que se aproximan. Se me ocurre que a todas las madres recientes, por ejemplo, les gustará una tarjeta con una ilustración del estilo de la que aquí podéis contemplar, por ejemplo... Pero eso no es todo, ¡además se le da fenomenal dibujar súper héroes! ¡Ahí es nada!

Y no, ni voy a comisión ni me pagan nada por la "promoción", no hay oscuros intereses por mi parte. Simplemente, es hermoso ser agradecidos y reconocer el talento y el buen hacer ajenos, así que genuflexa me rindo ante el arte de Delliafonte y agradezco una vez más a Ana el detallazo, que, como se desprende de estas mis palabras, me ha encantado.

He dicho.
Lady Vaga,
la diva que divaga.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Lady Rabbit ha parido, ¡viva Lady Rabbit!

Queridas y queridos, hace hoy justo un mes que no escribía nada en el blog, pero he tenido (y tengo) asuntos familiares que resolver y que me mantienen alejada de mi musa inspiradora. No obstante, hoy quiero daros un notición que muchos de vosotros ya conoceréis, pero que me resisto a dejar de hacer constar en este rinconcito del glamour:

Lady Rabbit ha parido esta madrugada, a eso de las dos, a una preciosa nena en su casita, sin mayor incidente que la sorpresa de descubrir el sexo de la bebé, que era una incógnita mejor guardada que el diseño del traje de la novia en una boda de postín. Al final, la Rabbit no ha podido resistirse y le ha mirado la entrepierna a la garbancita, en vez de esperarse a que la naturaleza se lo desvelase dentro de X años, cuando le llegase la pubertad al fruto de las entrañas de tan ínclita activista. La curiosidad ha sido más fuerte que nuestra querida Rabbit.

Y con esta entrada sucinta, escueta y feliz, llegamos a las cien parrafadas mentales en el blog.

Por cierto, o suelto esto o no me quedo a gusto, perdonadme la ordinariez: ¡Jódete, jefe de servicio agorero! ¡Vete a pastar al monte con tus vaticinios de chichis explosivos, niños "desgraciaos" por la irresponsabilidad de sus madres y úteros troceados para chop-suey! ¡Que te den, viejo loco!

Y ahora sí, queridos, continúo con mis historietas familiares, pero prometo volver antes del final del año para daros alguna noticia interesante.

Besos llenos de oxitocina,
Lady Vaga.

sábado, 5 de noviembre de 2011

De bien nacida es ser agradecida: conociendo un poco más a la Vaga

Queridas y queridos, más vale tarde que nunca y yo podré ser una diva atareada donde las haya, pero lo que no soy es una grosera de esas que no agradecen los premios, así que voy a empezar a tachar cositas en mi lista de tareas pendientes poco a poco (y no os cuento las que se me han ido añadiendo porque ya es que me daría un síncope).

Hoy comienzo agradeciendo a la espectacular y siempre bien peinada NegraFlor, cuyos turbantes bonitos y bien puestos son la envidia de todas las Espeins, un premio que reconoce mi talento alegrando a los demás... Aish, si es que soy así de mona, ¿qué voy a hacerle?

Este premio lleva adjunto un cuestionario y, como hoy no estoy especialmente inspirada para la creación, dedicaré la entrada a responderlo. Pero no os acostumbréis, que las divas tenemos también que mantener el misterio y si nos liamos a contarlo todo, nos quedamos muy "desustanciás".


¿Por qué empezaste a escribir un blog?
Mi primer blog fue allá por MSN Spaces, hace seis años y medio, pero no contéis con localizarlo porque ya lo han eliminado por falta de actividad... Comencé con ello porque me apetecía compartir reflexiones y chorradas con mis amigos en un momento de mi vida en el que los grandes cambios llegaban todos juntos para ponerme patas arriba (que no patiabierta, ¿eh?). Después me animé con otro blog para practicar mi portugués al que llamé Vizinha Voyeur y que todavía podéis leer, si os apetece, aunque os digo desde ya que no tiene nada que ver con los temas que aquí tratamos. Y, finalmente, me convertí en Lady Vaga, como todos sabéis, para entretenerme durante el reposo que debí guardar durante tres meses mientras estaba embarazada del precioso U-6.

¿Qué sería lo que más alegría y emoción te causaría en la vida?
Tener el mayor vestidor de las Iurops y las Américas, así todo junto, y tenerlo además bien relleno de zapatos divinos, vestidos monísimos y sombreros espectaculares. Ah, y que todos fuesen de la talla 38 SIEMPRE.

¿Con qué sensación quedas cuando escribes comentarios en otros blogs?
Con la de haber aportado algo de glamour, estilo y sofisticación a las vidas de quienes tienen el honor de recibir un comentario mío. Yo soy así y así me queréis, lo sé.

¿Con qué sensación quedas cuando lees los comentarios que otra mamis o papis dejan en tu blog y por qué?
Pues me quedo muy a gustito, porque suelen ser educados, gentiles y al nivel de clase y buen tono que se espera en este humilde blog. Tanto en forma como contenido, son merecedores de mis besos, como les recuerdo en cada respuesta a sus comentarios.

Relata una anécdota que te emocionó hasta las lágrimas con tus hijos.
Lloré como una magdalena (eso sí, con máscara de pestañas waterproof, que una será sensible pero no deja de ser coquetuela) estando en el hospital en marzo, cuando O.G., después de cinco días sin querer acercárseme ni mamar (tengo la teoría de que la cama le daba miedo, porque era un mostrenco articulado al que me ataban varios cables y tubitos), se subió a mi cama, me abrazó, me dio besos, pidió y tomó tetita y se quedó junto a mí mientras le cantaba. Unos días después, se destetó y no ha vuelto a mamar, aunque a veces pide teta, da un lametón o un besito y dice "muuuíiicaa".


Relata una anécdota divertida y alegre con tus hijos.
Me quedo con la que ya os conté en la entrada anterior: el instante en que O.G. conoció a U-6 e hizo el inventario de piezas del nuevo bebé... Me reí muchísimo cuando nos dijo todo perplejo que el bebé no tenía brazos... Y cuando nos contó que tenía "muchos dedos" ya es que me partía...

Ahora, queridas y queridos, me perdonaréis por no extenderme más en las respuestas y por no entregar el premio a otras blogueras, pero no sé a quién seleccionar en este instante y, además, mi mayordomo acaba de anunciarme que la mesa está servida y me apetece ponerme ciega de gambas.

Se despide, dispuesta a subirse el ácido úrico,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

jueves, 3 de noviembre de 2011

El nacimiento de U-6 (y III): Un último empujón

Qué gozada, queridas y queridos. Empujaba con cada contracción y al hacerlo notaba un inmenso alivio... ¡Estaba pariendo! ¡Estaba pariendo yo solita! Todavía me costaba creerlo, pero habíamos llegado hasta aquí y ya nos faltaba muy poco para vernos las caras...

Anabel y María estaban allí, en silencio, cuidándome sin hacer nada, sin invadirnos, sin molestarnos, preparadas para ayudar cuando fuese necesario. Lady Rabbit me daba masajes en los riñones, Lord Muchomacho iba y venía y O.G. hacía de comadroncita improvisada, pues al oírme gritar venía para preguntarme:

- Mamá, ¿tás ben?

- Síiii, hiijoooo, mamá está llamando al bebéeeeee- Lady Rabbit me había dado ese truquillo para que O.G. no se asustase con mis berridos de ultratumba y parecía estar funcionando, porque, lejos de alarmarse, me golpeaba la espalda con sus pequeños puñitos, como para ayudar a Rabbit con el masaje.

No sé en qué momento sonó el portero automático... Solo sé que exclamé "¡la policía!", segura de que algún vecino chafardero habría llamado a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, convencido, por mis horripilantes expresiones vocales, de que mi siempre ponderado Lord Muchomacho estaba probando en mi trasero todas las sartenes de la casa...

- Que no, que es Paca...

Paca llegó y creo que la olí entrar (sí, habéis leído bien, noté su presencia por la vía olfativa y para bien, que nadie se me alarme), pero no la vi... Me pasé casi todo el tiempo con los ojos cerrados, pero me parece que fue ella quien mojó una toalla para limpiarme el sudor de la frente (aunque entiendo vuestro natural pasmo, os tengo que sacar de vuestra ingenuidad: las divas también sudamos, si bien es cierto que en nuestro caso no segregamos agüilla con olor a cebolla recalentada como el común de los mortales, sino eau de parfum con aroma a jazmín... Como las Supernenas, estamos hechas solo de cosas bonitas, qué queréis), lo cual en aquel momento no le habría agradecido más si lo hubiese hecho con billetes de quinientos euros.

En un momento dado, me sugirieron que me echase de lado en la cama y, con las rodillas destrozadas como las tenía, me pareció la mejor idea del mundo...  Hasta que recordé que en esa misma postura me había tirado las dos horas de expulsivo en mi primer parto y me dio tan mal rollo como si hubiese visto a Belén Esteban leyendo... Entre empujón y empujón pregunté a Anabel si podía parar de empujar cuando me sintiese cansada, pensando en aquellas dos horas empujando en apnea y sin parar, por orden de mi estupenda carnicerita (que Dior tenga en su noria hasta que se maree y vomite la primera leche que mamó).

- Pues claro- la respuesta fue así de clara y sencilla, ¡qué fácil era todo! ¡Estaba pariendo y no necesitaba que nadie me diese órdenes, mi hijo iba a salir de mi cuerpo sin que nadie entrase a buscarlo!

Alguien me ayudaba, sujetándome la pierna para que yo estuviese cómoda, y yo no dejaba de pensar, con los ojos cerrados, que mi hijo iba a nacer en la misma cama en que fue engendrado, rodeado de su familia... ¡Y qué ganas de que saliese ya, por Dior bendito! ¡Cómo dolía! Y aun así, podía sobrellevarlo... De alguna manera, lo poco de racionalidad que me quedaba me hizo pensar que mi cuerpo no iba a generarme ningún dolor que yo no pudiese asumir y esa idea me animó a seguir empujando.

- Tócate, que está ahí la cabeza- no sé si esto me lo dijo Muchomacho o Anabel.

Extendí la mano y palpé algo suavecito, húmedo y caliente; en mi ofuscación hormonal, pensé que eran mis propios labios, hinchados y tumefactos, pero no podía ser, aquello tenía pelo y yo me había depilado diez días antes... ¿Sería verdad? ¡Ay, madre, que estaba pariendo! Por lo visto, eso se lo repetí a Paca del orden de veinte veces: "¡Paaaca, que estoy pariendoooo! ¡Paaca, que lo voy a parir yoooo!", ante lo cual me figuro que ella estaría tentada de responder "pues claro, bonita, nos ha jodido, no lo voy a parir yo". Anyway, queridas y queridos, independientemente de lo profundo y místico de la experiencia, tenía ya muchas ganas de que U-6 se presentase al mundo y pensando "este sale o no soy yo Lady Vaga", empujé con todas mis fuerzas... Y su cabecita continuó asomando, poco a poco, haciendo babear a Lady Rabbit y Lord Muchomacho, situados en primera fila para ver la eclosión.

- Cariño, ¡es alucinante!- dijo Muchomacho, extasiado ante el milagro de la vida que se abría paso por mi desnuda entrepierna en dirección a mis juanetes.

- ¡Pues coge la cámara y haz fotos, jodeeeeeeer!- grité yo, no por insultar, sino porque realmente me molestaba ser la única que se perdiese el gran momento cuando todo el trabajo lo estaba haciendo yo, ¿o había alguien más sudando por allí cerca?

Los ojos, la naricita, la boca... Anabel, rápida y discreta, pasó una gasita por los chorreantes orificios faciales del pequeño U-6, que había decidido escoger una pose a lo intelectual para conocernos y salió con la mano apoyada en la mejilla, como si fuese rehén de profundas reflexiones o estuviese hablando por el móvil. Para darle un poco más de emoción a su llegada, como si salir por la puerta (no tan) grande fuese poco, se esforzó en hacernos un quiebro de hombros a lo Shakira, sacando ambos a la vez como si estuviese intentando salir del metro de Tokio en hora punta... No contaba él, pequeño divo interesantón, con la diligente intervención de Anabel, que con una serie de toques perfectos y sutiles recolocó el hombro que no tenía que salir todavía para que, al siguiente empujón, acompañado de un grito gutural que jamás podría reconocer como mío si me lo hiciesen escuchar de nuevo y de la sensación de que me partía, el cuerpecito moreno, resbaladizo y caliente de mi bebé saliese casi disparado como un pequeño torpedo...

¡Ya estaba! ¡Y lo había parido yo! Me lo pusieron encima y, las fotos lo atestiguan, mi cara de pasmo no habría sido mayor si, en vez de un niño, de mi cuerpo hubiesen salido un pulpo, dos metros de pañuelos de seda como en los trucos de magia o todos los Globetrotters en camiseta imperio... La sensación de alivio era indescriptible, aunque las piernas me temblaban de dolor (había forzado las rodillas sin darme cuenta) y de frío... Por obra y gracia de Paca, empezaron a aparecer mantas sobre U-6 y sobre mí para mantenernos calentitos y nos quedamos esperando a que saliese la placenta. Me sentía incómoda, tenía muchas ganas de alumbrarla ya y descansar por fin; Anabel me dijo que empujase cuando sintiese ganas, después de comprobar que aún no se había desprendido, y U-6, mirándome con aquellos ojos rasgados maravillosos, comenzó a buscar mi pezón... Todo fluía, estábamos bien, tranquilos, a una sola fase de terminar...

O.G. había aparecido por allí al salir su hermano, para darle a Anabel un frasquito de aceite (no sé cómo se le ocurrió que podía hacernos falta, pero allí se presentó) y ahora miraba a su hermano con una sonrisa en la cara y dispuesto a hacer el inventario de piezas del bebé como Caperucita en casa de la abuelita:

- E bebé tene ojos... Tene pelo... Tene nanís... Tene boca... Tene oejas... ¡No tene brasos!

- ¿No?- abrimos un poquito la manta para que O.G. no se quedase con aquella duda existencial.

- E bebé tene brasos... Tene manos... ¡Muchos dedos!

Qué ganas de sacar la placenta... Empujé y salió un tremendo coágulo... Empujé de nuevo y, ¡zas!, tome usted mi placenta y échele un vistazo, que ahora sí que me he quedado más feliz que Jorge Javier hocicando en una pocilga... Estaba íntegra, una hermosa placenta bilobulada que había alimentado a U-6 durante cuarenta y una semanas, ¡casi nada! Ahora ya podía Lord Muchomacho cortar el cordón umbilical. Por cierto, maridos, no creáis que eso se corta limpiamente con un pase de cuchilla, no: es más duro y chungo de tajar que un calamar, así que no os extrañéis si no os sale a la primera... Este consejo es cortesía de mi cónyuge. Anabel ató el cordón de U-6 con un cordel y yo pensé "qué práctico, así no me clavaré la pinza como me pasaba con O.G."

En la anterior entrega de mi parto inalámbrico habréis leído que llamé a Paca "señor Lobo"; este pseudónimo le pega horrores, pues, como él, se encargó de eliminar todas las pruebas e indicios de que en esta casa había tenido lugar un parto (presumo que todos habéis visto Pulp Fiction, y si no es así, estáis tardando). Cuando quise darme cuenta, todo estaba recogido y ordenado y la eficacísima Paca me estaba ya ofreciendo un zumo de naranja y manzana con un trocito de placenta para recuperar fuerzas. Unos minutos antes, me había propuesto comer un cachito tal cual, pero aunque el sabor es completamente inocuo, no me gustó la sensación al masticarla y "se me hizo bola"...

Me quedé en la camita, descansando junto a mi bebé y sin terminar de creerme todavía lo que había sucedido, infinitamente agradecida a mi cuerpo por haber funcionado tan bien y prometiéndole mentalmente algo bien rico para la comida del día siguiente, hasta que Lord Muchomacho apareció con la caja de bombones (como buen gourmet, había tenido la precaución de sacarla del frigorífico un ratito antes, ¡qué chico tan previsor!) para tentarnos a modo de celebración... María se sentó con nosotros a ver la placenta y no le importó mancharse las manos de sangre para explicarnos sus diferentes partes... Esa chica será una gran comadrona, tiene todo lo necesario.

Anabel pesó a U-6: 3.550g, algo más que O.G. Al día siguiente le midió: 55cm, tres más que nuestro primogénito. Toma ya desproporción fetopélvica...

Y así fue como mi pequeño U-6 dio en las narices a todos los escépticos, agoreros y pajarracos que no daban un duro por él y nació en casa, en paz y armonía, sin cables ni máquinas que hacen "¡ping!", sin tijeras ni batas blancas por medio. Perdonad el poco orden de esta última parte del relato, pero es la que más me baila en la cabeza y no consigo dotarla de coherencia ni continuidad. Es lo que tienen las endorfinas...

Ahora, os dejo, que voy a disfrutar de mis retoños.

Lady Vaga,
la diva que divaga.

sábado, 29 de octubre de 2011

El nacimiento de U-6 (II): El parto inalámbrico

La mañana del día 23 me sorprendió sin novedad en el frente. Admito, queridas y queridos, que desperté malhumorada, pues había asumido que las contracciones sobrevendrían durante la noche y me sentó a cuerno quemado comprobar que no había sido así.

Como si tuviese sobre la cabeza una espada de Damocles con cronómetro incorporado, yo sentía que cada hora que transcurría sin dinámica de parto era un paso más hacia el hospital... Y ya sabía lo que pasaba en los hospitales, así que os figuraréis que tenía tantas ganas de ir allí como de meterme palillos debajo de las uñas (aunque no dudo de que habría sido recibida como una diva se merece y de que el jefe de servicio se habría congratulado de atender mi parto y rápidamente se habría puesto guapo para la ocasión, al tiempo que preparaban mi suite y reservaban cinco habitaciones para mí y mi séquito... No en balde, al plan de parto que tuve a bien enviar en verano adjunté una segunda hoja en la que detallaba mis exigencias de superstar para que todo estuviese a mi gusto en el improbable caso de traslado: tubos decorados con purpurina dorada para la vía, sábanas de algodón egipcio, doscientas botellas de agua Evian fresca -que no fría, por favor-, una cesta de frutas tropicales y otra de naranjas valencianas, moqueta verde hierba, cortinas de lino y un masajista oriental parecido a Bruce Lee).

Intenté distraerme hasta que llegase la comadrona, ultimando detalles: recogí un poco la casa, me di una larga ducha relajante, jugué con Jorge para apurar nuestros momentos postreros y pedí a Lord Muchomacho que me achuchase en los ratitos sueltos... Y mi útero, entretanto, con menos actividad que el cerebro de Víctor Sandoval. Pues qué alegría. Maldije mentalmente aquellas contracciones cochinas que habían venido antes de tiempo todas las noches anteriores, obviando el hecho de que para algo habrían servido, según todos me decían... Sí, para hacerme ilusiones cada noche y poco más, pensaba yo.

La comadrona, Anabel, llegó, aportándonos ese extra de serenidad que yo empezaba a necesitar más que unos taconazos rojos en el armario, y me palpó la barriga con sabiduría y las manos calentitas.

- Bueno, U-6 ya está bajando. A este lo parirás por la vagina- aseveró, sonriente y sin inmutarse-. Te voy a dejar este aceite de masaje por si te apetece dártelo por la tripa. Haz vida normal y yo vengo a verte a las diez, a menos que me llames antes. Pasea, distráete, lo que te apetezca.

Decidimos ir a visitar a la madre de Lord Muchomacho, pero sin contarle las novedades. Ella, como algunos ya sabéis, atraviesa un delicado momento de salud y no era mi intención alterarla con la inminente llegada de su segundo nieto, sino, muy al contrario, quedarnos tranquilos nosotros asegurándonos de que ella estaba bien. Después, nos pasamos por el trabajo y comprobamos que allí también seguía todo en orden. Ya podíamos volver a casa y encerrarnos bajo siete llaves, seguros de que ningún imprevisto inoportuno perturbaría nuestro retiro mamífero.

Comimos. Yo seguía entera como una manzana y algo rebotada contra el mundo, ¿qué era eso? ¿Sería posible que, después de llegar tan lejos, de pelearme contra todo y contra todos, de luchar junto a U-6 por un embarazo que juzgaban inviable, ahora acabase en el hospital por falta de progresión? No era justo... Ya había pasado por una cesárea innecesaria y ahora me iba a tocar de nuevo... Uf... Necesitaba huir de mí misma un rato, mi mente estaba empezando a jugarme malas pasadas. Sin duda, mi única neurona había decidido vengarse del sobreesfuerzo al que la había sometido leyendo a Saramago en versión original (pedante que es una) y había escogido el mejor momento.

- Échate un rato, nena, descansa... Seguro que te va a venir bien- Lord Muchomacho, como siempre, tenía razón.

Pensé, mientras me deslizaba entre las sábanas, que, tanto si las cosas salían "bien" como si no, en cuestión de horas, a lo sumo un par de días, tendría en brazos a mi pequeño U-6 y no pude evitar acordarme de las chicas de Apoyo Cesáreas, que tanto me habían ayudado desde que las encontré, al poco de nacer O.G. Pensé, especialmente, en mis predecesoras, varias de las cuales habían pasado por su segunda cesárea mientras yo estaba embarazada y, cursi de mí, me dije "cuando empiece con contracciones, dedicaré una a cada una de ellas. Voy a hacer lista para no olvidarme de ninguna". Y oye, mano de santo, me quedé dormida como un lirón... Y que nadie lo interprete como que Lady Vaga llama "borreguitas" a las maravillosas e inspiradoras mujeres de Apoyo Cesáreas porque no es así, josmíos, no. Es más, os adelanto ya que, cuando por fin comenzó a animarse la cosa, no me acordé de ninguna... Necesitaba toda mi (escasa) capacidad de concentración para mí, qué queréis que os diga.

Creo, y esto lo digo ahora con la mínima claridad mental que dan la distancia y el descenso de hormonas en sangre, que fue providencial para mí asumir que quizá las cosas no saldrían como esperaba y que era posible que mi cuerpo fuese por libre en esta ocasión: en cierto sentido, lo viví como una presión adicional, pero a la vez también fue liberador. Me sentí tan al borde de mí misma que, de alguna manera, me relajé. Mi catarsis comenzaba, yo era la heroína de acción, aunque no pensaba morrearme con ninguna maciza al final de la noche; si acaso, con Lady Rabbit, que iba a venir a casa por la tarde.

Y a las seis de la tarde, desperté, dolorida y sudando, porque no conseguía encontrar una postura en la que notase alivio para mis contracciones. ¿Eh? ¿He dicho contracciones? Tardé unos segundos en entender lo que estaba pasando, pero cuando lo procesé no pude esconder mi alegría, ¡estaba de parto! ¡Estaba MÁS de parto que cuando nació O.G., porque me dolía MÁS!

- Cariño- anuncié a mi amado Lord Muchomacho, apoyada en el quicio de la puerta cual Mae West rediviva, luciendo mi barrigota apenas cubierta por mi camiseta de tirantes y mis shorts de Snoopy-, ahora sí... ¡Me duele!

Mi hombre, siempre deseoso de ayudar, se puso a mi disposición para facilitarme las horas que vendrían y yo le pedí que me dejase sola, así que vistió a O.G. (que recibió muchos besitos por parte de su repentinamente nostálgica mamá) y se lo llevó a hacer unas compras de última hora.

Sola en mi guarida, abrí el grifo de la ducha, me desnudé y encendí el iPad para escuchar la canción que me había inspirado las últimas semanas; no hace falta que os diga cuál es porque vosotros, queridas y queridos, ya lo sabéis, y si no lo sabéis lo leéis aquí y listos. Metida en la ducha, haciendo mimitos acuáticos a mi barrigón por última vez, estaba tan feliz que tenía ganas de bailar y de cantar. Lo primero, dado mi volumen, era difícil; lo segundo sí era factible, a despecho de mis sufridos vecinos, que aún no sabían que aquello era un mero avance de lo que se les vendría encima en pocas horas.

Salí, me sequé, me puse mi camiseta de fantasmas de comecocos (que se puede ser diva y un poquito friky a la vez) y unos shorts y me metí un ratito en Internet para distraerme. En aquellos momentos, encontraba la mayor comodidad sentada a horcajadas en una silla del comedor y además así podía teclear sin problemas. Cotilleé las visitas del blog, el féisbuc y el tuíter y le hice una pequeña limpieza al escritorio... Cuando llegaron Lord Muchomacho y O.G. me encontraron, según mi señor esposo, metida en mi mundo, aunque todavía conectada a Internet.

Las contracciones avanzaban y me llevaban con ellas, iban cambiando y arrastrándome dentro de mí misma. Descubrí que estaba mucho mejor arrodillada en el suelo, con el pecho y la cabeza apoyados en el sofá que me había visto reposar durante tantos meses, así que nada, mirando a la Meca y haciendo "ooooooooh" con cada contracción... Ahí recuerdo que pensé "anda, que como me viesen los vecinos, con el culo en pompa y haciendo ruiditos...."

Y no pensé ya mucho más hasta que llegó nuestra querida Lady Rabbit dispuesta a ayudar; traía un monísimo saquito de semillas que ella misma me había cosido para la ocasión y que, a falta de huesos de cereza (pues ya no era temporada), había rellenado con alubias y garbanzos, creo... Legumbres sencillas y humildes que tuvieron el honor de acompañar el nacimiento de U-6 y de convertirse sin duda en un inesperado cocido, pues donde más alivio me proporcionaba era justo sobre el hueso púbico. Hablo desde la suposición, por supuesto: aquel saquito desapareció en la limpieza que el señor Lobo, digo Paca, realizó tras el parto, así que me imagino que estaba bastante perjudicado y murió en acto de servicio (el saquito, digo, no Paca), cual amigo del héroe sacrificado por la causa en las películas de acción.

Lady Rabbit, al ver que las contracciones continuaban subiendo en intensidad y mis rodillas comenzaban a estar más perjudicadas que las de una aspirante a actriz porno, me preguntó si me apetecía usar la pelota y yo dije que bueno. Nos trasladamos al distribuidor, el espacio más pequeño de la casa, como días antes había sugerido Paca, y me senté sobre la pelota para intentar aliviar el dolor. Con cada contracción, me agarraba al fular, colgado de la puerta, y hacía ruidos que yo recuerdo horrísonos, pero que Muchomacho y Rabbit dicen que no eran para tanto. O.G. iba y venía, dividido entre dos interesantes entretenimientos: uno, su madre poniendo caras raras y gruñendo como un troll; otro, Dora la Exploradora. Ya os imagináis que Dora me ganaba por goleada en el Interesómetro de mi hijo, así que por el momento O.G. no entraba en mis preocupaciones. De una extraña manera, yo disfrutaba del silencio de mis acompañantes (aunque me consta, pues así lo han confesado, que en ciertos momentos se miraban y se descojonaban vivos, aún no sé muy bien de qué) y de la sensación de relajación extrema que me invadía al término de cada contracción.

Al poco, llegó María, una joven comadrona que se está formando para atender partos en casa y que había pedido estar presente en el nuestro. Estoy segura de que se convertirá, pues ya apunta maneras, en una excelente profesional que acompañará a muchísimas mujeres en esa transición que es el parto y quiero, desde aquí, animarla a continuar su camino sin perder ese talante agradable y humilde que la caracteriza.

A partir de aquí ya me bailan muchos recuerdos, pero me suena que llegó Anabel y me dijo que cuando yo quisiera me exploraría, que iba a preparar todo en el salón. Creo que fue entonces cuando fui a sacar la maleta que las comadronas, organizadas y previsoras como a su profesión corresponde, habían dejado en nuestra casa unas semanas antes. Os sugiero que retengáis en vuestra memoria esta imagen sublime, pues no volveré a relatarlo: la siguiente contracción me sorprendió abriendo el armario de la entrada para coger la maleta y no se me ocurrió nada más que meter la cabeza entre los abrigos para apoyarme en la cajonera, dejando a María perpleja y supongo que preguntándose si haría falta un psiquiatra para terminar de atender mi parto. Lord Muchomacho, que pasaba por allí (no sé qué estaría haciendo, pero algo útil seguro), no tuvo otra ocurrencia que preguntarme qué hacía yo con medio cuerpo metido en el armario:

- ¿Tú qué creeeeeeeeEEEeEeEs? ¡ContraccióOoOOon!

Finalmente, conseguí llegar al sofá para que Anabel me explorase. Queridas y queridos, os diré que la diferencia es abismal cuando te explora una comadreja apodada "la Ferrari" (no es mía tan ingeniosa alcuña, ya me gustaría) a la que le da igual meter los dedos en una vagina o en un enchufe (yo también voto por enchufe, sí, y con los dedos mojados a ser posible) y cuando te explora una persona empática, profesional y que sabe hacer las cosas. Eso sí, aunque el tacto no me dolió lo más mínimo, en mitad del mismo me sobrevino una contracción que no había manera de pasar tumbada y que me hizo pensar que sería maravilloso tirarme del sofá al suelo, lo cual creo recordar que incluso intenté, al menos en mi mente.

No pregunté de cuánto estaba, porque si llego a recibir como respuesta "de dos centímetros" o algo similar, se habría hecho realidad esa leyenda urbana que dice que en los partos en casa hace falta una ambulancia en la puerta, pues me habría dado un infarto de la impresión. Pero a vosotros, queridas y queridos, sí os lo voy a decir: estaba de seis centímetros, ¡ole!

Con el trasero al aire, cual Charlize Theron en el anuncio de perfume, y contoneándome con toda la gracia que las contracciones y mi recién desplazado centro de gravedad me imprimían, me dirigí hacia el dormitorio, donde volví a la cuadrupedia para seguir pasando "los dolores" a oscuras, acompañada solo por Lady Rabbit y por un itinerante Muchomacho, dividido, como no, entre O.G. y su parienta parturienta.

El dolor continuaba intensificándose, pero aún era posible acompañarlo, sobre todo si aprovechaba para maldecir en arameo. Por lo que recuerdo, en el punto más alto de la ola me alzaba sobre mis brazos y daba alaridos; entre una y otra, me relajaba hasta casi adormecerme (deseo que expresé varias veces, al igual que en mi primer parto, y que da idea de lo flojas que llegamos a ser las divas: "quiero dormir, tengo sueño..."; por eso nos dedicamos al dolce far niente y no a descargar camiones de fruta en Mercamadrid); acompañaba las contracciones de algún tipo de expresión oral seleccionado entre los siguientes:
  • Alarido horrible despierta-vecinos.
  • Maldición gitana: "hija de puta, cómo duele, qué hija de puta".
  • Esperanza efímera: "va a pasar, va a pasar, ya queda una menos".
  • Llamada por megafonía: "U-6, ven ya, cariño, mamá quiere verte".
El pobre saquito de semillas ya estaba iniciando el proceso de rehidratación de su contenido con cristiana abnegación y Lady Rabbit me masajeaba los riñones con un tino absolutamente providencial, cuando de repente la sensación que me provocaban las contracciones cambió por completo:

- Rabbit, que me cago- afirmé yo, muy convencida, en un alarde de zafiedad que espero que sepáis perdonarme si alego que estaba de parto o que, como Christina Aguilera cuando se embutió en aquel horroroso mono de charol sintético, yo era "not myself" esa noche.

- ¿Quieres ir al baño?- algo así fue su solícita respuesta.

- Que no, que me cago, que tengo ganas de empujar- bueno, no sé si fui capaz de explicarme con esta claridad, pero algo así debí de decirle o ella es telépata, pues se alarmó y fue a avisar a Anabel, que estaba comiendo algo en la cocina. Ella también había notado que la cosa se animaba, porque el timbre y la intensidad de mis alaridos habían cambiado (yo, de hecho, recuerdo que a partir de ahí gritaba con todas mis fuerzas con cada contracción, aunque Muchomacho y Rabbit afirman muy convencidos que tanto ruido no hice, no sé si por ahorrarme el sonrojo cuando me cruzo con algún vecino desde entonces) y se dispuso a hacerme una segunda visita. Eran las once de la noche.

Ya os dije que mi comadrona tiene más recursos que los juzgados de Plaza de Castilla, así que, tras pedirme permiso, me exploró en la misma posición en que me encontraba y me pidió que empujase hacia su mano (no sé si para quitarme un reborde o qué, me lo han contado y no lo recuerdo), lo cual yo hice como si la vida me fuese en ello. Con su habitual tranquilidad, Anabel me explicó no sé qué acerca del expulsivo y me dijo que, si tenía ganas de empujar, lo hiciese a mi conveniencia. En aquel momento, entre neblinas, pensé: "sí, ya, expulsivo... Anda ya, si todavía es muy pronto... Lo dice para animarme".

Pero el hecho estaba ahí: tenía ganas de empujar, estaba completamente dilatada, había pasado de seis a diez en cuarenta minutos (aunque eso yo aún no lo sabía) y faltaba una hora para tener cara a cara a mi pequeño U-6.

Y ahora, no me matéis, queridos y queridas, pero esta tarde tengo un evento importantísimo y debo preparar todo lo que necesito llevar, así que os dejaré con la intriga del expulsivo (si es que os intriga) y el posparto inmediato hasta después del puente, si no saco un ratito antes.

He dicho. Voy a revolucionarme un poco por la casa.

Lady Vaga, la diva que divaga.

jueves, 27 de octubre de 2011

El nacimiento de U-6 (I): El comienzo de la saga

Queridas y queridos, en toda película americana de acción que se precie llega un momento en que el héroe (o, en este caso, la heroína) tiene que hacer frente a su mayor miedo, que nos ha sido convenientemente expuesto al inicio de la proyección junto con la breve explicación de por qué le echaron del cuerpo de policía y su mujer le abandonó (una variante es que matan a su mujer e hijo y por eso se ha vuelto un loser y casi le da por el tabaco y la bebida). Que consiga salvar el mundo (y, de paso, a la chica, para previsible morreo final) dependerá de si completa con éxito o no esa catarsis que le llevará a un nuevo nivel.

Lady Vaga, sin ser una heroína de acción, también tuvo que hacer frente a sus miedos para parir a U-6 y eso vengo a contaros hoy (finally!!), pero sin la ayuda de cargas de dinamita, armas de fuego o tirolinas con las que efectuar espectaculares huidas de edificios a punto de explotar. Si queréis enteraros de cómo sucedió, hala, coged las palomitas y tararead la sintonía del león de la Metro o la de Movierecord, según lo patriotas que os sintáis. Y silencio, que empieza.

La noche del 22 de septiembre, Lord Muchomacho, O.G. y yo fuimos a cenar fuera, en la que intuíamos sería nuestra última cena como familia de tres (y razón teníamos, oye), tras diez días de contracciones nocturnas sin desenlace evidente. O.G. se dedicó a hacer gala de su encanto, de sobra conocido entre el personal de aquel establecimiento, puesto que lo frecuentamos desde hace algunos años, consiguiendo que nuestro camarero le obsequiase con un bolígrafo con cordón "muchulooo", en palabras de mi primogénito. El error de este señor (y trigger o disparador de la situación) fue que intentó colgárselo a O.G. al cuello; este, lógicamente desconfiado aunque aún no es consumidor asiduo de cine de terror y suspense, intentó esquivar al camarero con una llave algo tosca que le granjeó un golpe en la frente contra la mesa. Llanto. Mamá divina que se levanta diligentemente de la mesa, luciendo top strapless palabra de honor y falda monísima, para calmar a su retoño...

Retoño calmado.

Deposito a O.G. en su silla de nuevo, cuando de repente...

Chof.

Acabo de romper aguas. Oh my God.

- Cariño, me voy al baño un momento. No pidas postre, que igual tenemos que marcharnos rapidito a casa... -Y me voy al excusado, dejando ojiplático a Lord Muchomacho y a O.G. jugando tranquilamente con su recién adquirido bolígrafo asesino.

En el baño, el karma me da dos noticias. La mala es que, efectivamente, he roto aguas. La buena es que al menos no he manchado la falda. Improviso un emplasto compresil tenaladyesco con todo el papel higiénico que puedo encontrar y, como en las buenas películas, flashback para que os enteréis de qué va el rollo (mi rollo mental, no el de papel higiénico).

Misma ciudad, misma diva; dos años antes: el parto de O.G. comienza sin una sola contracción y rompiendo aguas estrepitosamente durante una siesta en la semana 39. Las contracciones aparecen esa misma noche; visualizad a nuestra protagonista (esto es, yo, como siempre) más feliz que Belén Esteban comparando ofertas en el Lidl, pasando cada una con una sonrisa y excitadísima ante la perspectiva de conocer por fin a su primer hijo... A la mañana siguiente, la inocente crisálida que después se convertiría en Lady Vaga acude al hospital para recibir la bronca de la ginecóloga de guardia y el resto ya lo sabéis; y si no lo sabéis, podéis leerlo aquí). Ahora podéis entender la oleada de pánico que me asaltó al notar la bolsa rota y el flashforward mental que tuve pensando que podía acabar en otra cesárea si la cosa no se animaba rápido. Ahí estaba yo, haciendo frente a mi mayor miedo, la rotura prematura de membranas, sin saber cómo terminaría todo.

Salgo del baño y aviso a Muchomacho de que nos vamos para casa; en el coche, telefoneo a mi comadrona para decirle que he roto aguas y son claras. Ella, sin inmutarse (para eso tiene más tablas que una sauna finlandesa), afirma que pronto empezaré con contracciones y que por la mañana vendrá a visitarme si no tengo novedades antes.

Pero, como os imaginaréis, aquella noche no tuve ni una miserable contracción. El resto os lo contaré mañana.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Regreso a Howards End, digo, a Hotel Espe

El día del lunes, queridas y queridos, iba a marcar un hito en la historia ladyvaguense, pues yo esperaba que tuviese tal carga eléctrica y endorfínica que me obligase a rehacer el calendario para tomarlo como fecha inicial del resto de nuestras vidas. Sin embargo, no siempre la realidad responde a nuestras expectativas y la que yo imaginaba como una gloriosa jornada se quedó algo descafeinada y bastante churro.

El lunes, Lord Muchomacho, U-6 y yo nos acercamos al Hotel Espe para reencontrarnos con sus profesionales y mostrarles el palpable y cagoncete resultado de sus/nuestros desvelos. O.G. se quedó en casa de su abuela porque tenía mucho interés en recuperar una pelota morada que había dejado por allí y que le había mantenido en arduo disgusto y continuo bucle de repetición (digno de admitirle en el Loro Parque en lugar de honor) durante todas nuestras vacaciones. Aunque el cielo estaba encapotado y me obligó a sacar los zapatos de invierno, yo me sentía tan feliz de poder hacer por fin esa visita social que rescaté del joyero el collar de oro y la pulsera de Viceroy que desde hace casi un año conmemora todos mis momentos especiales por obra y gracia de mi sacrosanta madre refranera para que me vieran mona y epatando todos los que osasen cruzar la vista con la divina Lady Vaga.

Sin embargo, queridas y queridos, mi chasco fue mayúsculo al encontrar tan solo una enfermera conocida por mí, aunque me dio alegría reconocer en ella a la misma que me ingresó y que tuvo a bien retirarme la vía cuando aquello era más bien un zarrio inane por el cual no pasaría no ya líquido, sino ni siquiera átomos sueltos. Junto a ella estaba la doctora Fistra, que (os fascinará saberlo) ha cambiado de look, puesto que se ha cortado su magnífica y leonina melena pero, eso sí, no renuncia a su habitual mirada de loca desquiciada. A tal punto llega esa inquietante cualidad que Lord Muchomacho comentó sotto voce con su amada cónyuge (la que escribe y suscribe) que quizá la simpática galena estaría todavía más favorecida luciendo alguno de los nuevos modelos de bata de fuerza que estamos pensando patentar y comercializar y que tendrán como principal ventaja el gran ahorro sanitario que harán posible (y que nos valdrá medallas, subvenciones y jaranas varias por parte de los gobiernos autonómicos, of course), pues es evidente que, al no poder hacer uso de las manos, los doctos doctores no podrán recetar de más, meter los dedos en orificios corporales (sean propios o ajenos) o gastar el bisturí por exceso de uso. Eso sí, la marca de moda "Doctor Glam" contará con dos líneas diferentes: una económica, con las correas de "escái" o plasticorro del que mete calor a tope y el género en poliéster sencillito, para frioleros y/o ratas empedernidos, y otra más rollo de luxe, realizada por completo en algodón orgánico y con correas de cuero del bueno, obtenido de auténticos prepucios de ginesaurios criados en libertad y con piensos ecológicos.

Pero vamos al grano (de pienso), que divago y divago y no sé lo que me hago: que el caso es que la Fistra hizo mutis por el foro cuando miró a Muchomacho dos veces, lo cual nos mosqueó y nos dio risa a partes iguales, así que nos dedicamos a comentar con la agradable enfermera (esto va sin sarcasmo, es una persona encantadora y muy profesional) el desenlace de nuestra aventura y a presumir de niño bonito y tragón, que es algo que a todas las madres se nos da de vicio, o sea que yo no iba a ser menos. Por supuesto, durante la distendida charla hubo ocasión de mencionar como quien no quería la cosa al humilde y siempre amable (eso sí va con segundas) jefe de servicio, al cual, no obstante, se nos hizo tarde para visitar.

O sea, que en Hotel Espe ya saben que sus apocalípticos vaticinios no se cumplieron y espero que así le sea trasladado al señor feudal del área de ginecología y obstetricia mediante uniformado emisario: "mi señor, ha llegado un informe del control de enfermería que dice que Lady Vaga, aquella dama de inconmensurable belleza y ojos como luceros ardientes, la que se cogió el alta voluntaria y rechazó vuestra proposición de cita erótica y sensual, parió hace un mes en su mansión, con comadrona y doula, ¡oh, osada!, sin vía periférica, ¡oh, insensata! y por su otrora calificado de estrecho conjunto pelvis-potorro, ¡oh, imprudente!, que no necesitó ni tajos subrepticios ni puntos de sutura artística, después de lo cual se marchó de vacaciones al extranjero y se trajo de recuerdo unos cojines para el suelo confeccionados con kilims viejos auténticos que todavía huelen a canuto e incienso".

Y espero que desde mi terraza se escuche el "cata-crac" de su pequeño y pobre corazón al descubrir que, una vez más, Lady Vaga le dio plantón, por tercera vez y final round, el día de su parto. Pues es de todos sabido que las divas somos caprichosas y que cuando alguien no nos entra por el ojo, no lo arregla con misivas de amor ni con ramos de flores, por muchas orquídeas que incluyan. Y menos aún si no manda flores, afirmo.

Ahora me despido, que O.G. quiere que busquemos imágenes de tucanes en el ordenador. No me preguntéis el porqué de su curiosidad ornitológica, de mí no la ha heredado, aunque sea un poco pájara.

Lady Vaga,
la diva que divaga.

sábado, 22 de octubre de 2011

The mistress is back

Queridas y queridos, antes de nada, os pido: guardad vuestros tomates pochos, armas de fuego, tirachinas y moneditas varias; no los arrojéis con ensañamiento e improcedente mala uva a esta humilde diva que vuelve cariacontecida y contrita a vuestros brazos, dispuesta a entonar el mea culpa once and no more por haberse marchado a la francesa.

Mi inexplicada ausencia tiene una razón, un móvil y un motivo que pasaré a exponer a continuación: me marché de vacaciones. Sí, caros fans, es esa y no otra la causa de mi silencio de estos últimos días, pues hasta las divas verborreicas necesitamos por veces un descanso y una pausa para huir de nuestro entorno mundano hacia parajes más propicios para la espiritualidad, la meditación y el fornicio conyugal. Sé que vosotros, en vuestra infinita misericordia, entendéis el desgaste que supone ser Lady Vaga twenty for seven y encima preñada hasta hace un mes y que tenéis claro que este mi regreso os trae de nuevo a vuestra admirada dama más guerrera que nunca y con las pilas cargadas para seguir dando caña a los ginesaurios de estas nuestras Espeins y olé. Por tanto, beso el suelo ante vosotros, recién llegada de mi benéfico retiro, cual pope canosillo al descender del papaplane o cual Lady Gaga en The Edge of Glory (vídeo que pasará a los anales de la historia con el dudoso honor de ser lo más hortera y proto-ochentero que se ha grabado desde la invención del cinematógrafo, proclamo), aunque, por supuesto, mi beso es apenas testimonial y simbólico, pues entenderéis que alguien de mi alcurnia no va a pasear el morro por el suelo como si fuese un oso hormiguero famélico, que se me estropea el lipstick y por ahí no paso, hijos míos.

Y aprovechando que O.G. está entretenido jugando con su padre y que U-6 está plácidamente dormido en el regazo materno, procedo a dar por terminada esta entrada y me pongo con mi relato de parto, del cual he decidido (hasta que cambie de opinión, que es un derecho propio de toda diva caprichosa) hacer dos versiones: una más seria y otra ladyvaguense total. Espero poder publicar al menos una de ellas este mismo fin de semana.

He dicho. The mistress is back.

Lady Vaga,
la diva que vuelve a casa por Halloween.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Jamiroquai, la tercera doula de Lady Vaga

Queridas y queridos, me paso fugazmente por aquí para, en primer lugar, agradeceros todos los comentarios de apoyo que habéis ido dejando estos días y el que hayáis tenido el detalle de visitarme. Prometo responder, como suelo, uno por uno, pero dadme tiempo, porque ando más liada que el peluquín del doctor Ladilla intentando organizarme con los peques, establecer la lactancia con el menor y sobrevivir a una nueva reducción de mis horas de sueño.

En segundo lugar, me gustaría también confirmaros que sí, habrá relato de parto, pero lo mismo de antes: dadme algo de tiempo... Que escribiendo con una sola mano es difícil explayarse...

Así que os preguntaréis, queridos fans, ¿a qué viene, pues, Lady Vaga al Chester si no es con frescas novedades de cara a la temporada otoño-invierno? Pues vengo, ni más ni menos, que a contaros, a modo de aperitivo curiosete, que me pasé el parto con una canción rondando la cabeza y que, en esos momentos de escasa claridad mental (Lady Rabbit y Paca me cuentan que dije cosas que no recuerdo y ante un juez lo juraré si es preciso), me ayudó a pasar las contracciones. De hecho, es una canción que ya me insuflaba mucha energía desde la primera vez que la escuché (nos gusta oírla en el coche, la llamamos "La carrera del culo apretao" en una suerte de traducción libérrima que ningún cerebro medio cuerdo entendería) y la tuve dando vueltas por el iPod cuando comenzó el parto para animarme. Después, ya solo en la cabeza, pero oye, que me decía yo a mí misma "este tío ha tenido que parir, esta letra está en clave y habla de un parto, joder que sí". Eso, para que veáis lo endorfinada y ensimismada que andaba yo el día en que a U-6 le dio por asomarse al mundo.

Os dejo el vídeo (que, obviamente, tratándose de Jamiroquai, tenía que ir de coches y cosas de esas que a él le gustan) y la letra para que busquéis mensajes ocultos como en el código de la Biblia ese (anda que no se forró el autor diciendo chorrimemeces). Podéis sumaros a la opinión generalizada que dice que estoy zumbada, pero vamos, que me parece tan digno como parir practicando el canto carnático...

Y yo, por mi parte, me despido, no sin recordarle a Jay Kay que está invitado a tomar el té en mi humilde casoplón cuando mejor le venga, en agradecimiento por los servicios prestados durante mi parto.



White Knuckle Ride
Yeah Gonna make it better
Ooh yeah
Yeah Gonna make it right
Here it is
There's no way to make it better
Gets you down
It's pressure (pressure)
I'm serious
Trouble genie's on the way
Got a little something for you
It's pressure (pressure)
It gets ya down
Now we need what you know
But I knew that anyway
I can't let this pressure go
This pressure's here to stay

[Chorus]
Yeah (white knuckle ride)
Gonna make it better (white knuckle ride, I'm on it)
Yeah (white knuckle ride)
Gonna make it right (white knuckle ride, I'm on it)
It's not so easy to control(pressure)
It's not so easy to control (pressure)

There's no easy way to make it better
There it is, There it is
Couldn't change it if I wanted
Taste it all the time
It's pressure (pressure)
Yeah hey!
Oh baby
So true
Don't know if I can recover (don't know if I can recover)
Got me 'round its little finger (got him 'round its little finger)
It's pressure
Oh, there it is
Couldn't change it if I wanted
Taste it all the time

Step into the light!
Don't know if I can recover
Taste it all the time (taste it all the time, yeah)
Yeah, gonna make it better (white knuckle ride, I'm on it)
Yeah (white knuckle ride)
Gonna make it right (white knuckle ride, I'm on it)
It's not so easy to control

viernes, 23 de septiembre de 2011

Lady Vaga, la madre que parió a U-6

Queridas y queridos, vengo brevemente a comunicaros, por si aún hay alguien que no lo sepa, que a medianoche U-6 y yo nos conocimos cara a cara, en un parto salvaje y maravilloso sin vía intravenosa, líquidos sintéticos ni protocolos absurdos.

En cuanto saque un ratito os doy los detalles.

Besos oxitocínicos a más no poder,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

In Vaga Veritas: Lady Vaga también tiene su propia viñeta

¿Qué os pensábais, queridas y queridos? ¿Que solo los ginesaurios tienen capacidad creativa como para andar viñeteando y plasmando sus soeces ocurrencias en un dibujo? Pues os habéis colado de cabo a rabo, honeys, ya que nosotras no íbamos a ser menos.

Y si la SEGO lleva desde 2008 haciendo el ganso a costa de sus usuarias/pacientes (que de paciencia solemos ir sobradas, eso es cierto), May ha cogido su lápiz y el papel a raíz de la carta de presentación del nuevo y simpático presidente del colectivo médico de mi devoción y me regala esta viñeta que me ha gustado horrores... Os advierto que carece por completo de mal gusto y de chascarrillos sobre culos y genitales y que no recurre a llamar "palurdo" a nadie, así que si esperáis despelleje del de casquería, sangre y vísceras al más puro zombie style, os quedaréis con las ganas. Es una viñetita näif y simpática.

Dicho esto, os dejo con el inédito humor gráfico de May y os recuerdo que tanto la idea original como el guion (se me sigue haciendo raro escribir esta palabra sin tilde) y los dibujos son suyos. Yo me limito a poner el blog.



A mí me parece total hasta el título: "In Vaga Veritas", pues eso, porque yo suelo tener razón y cuando no la tengo aparece algún acólito que igualmente me la da para que no me sulfure.

Señores de la SEGO metidos a humoristas trasnochados, aprendan de May: se puede hacer humor sin insultar a nadie. "Ginesaurio" no lo consideramos insulto, sino definición, y ya saben, no de todos sino de los que se pican.

Y ahora, me marcho a seguir leyendo mensajes,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

martes, 20 de septiembre de 2011

Reflexionando acerca de las viñetitas...

Llevo dándole vueltas, queridos y queridas, y sabéis que para un ser unineuronal como yo no es especialmente fácil esto de intentar hilar un pensamiento elaborado. Sin embargo, cual algodón de azúcar cerebral, parece que voy consiguiendo poner en palabras lo que me bulle en la cabeza y me sale por la oreja izquierda.

Las viñetas de la SEGO están todavía siendo tuiteadas, retuiteadas, feisbuqueadas y difundidas por las redes sociales; tímidamente, algunos medios de comunicación comienzan a hacerse eco de su existencia y espero que a lo largo de esta semana publiquen algo acerca de este despropósito tan absurdo.

Por cierto, y hablando de reacciones, no entiendo la conexión que algunos hacen entre la queja y el feminismo radical, feminazismo (qué "palabro", ¿hay también "machonazismo"?) o como quieran llamarlo... Yo me siento ofendida como persona al ver que ciertos médicos se dedican a hacer chistes sobre sus pacientes, pero es que es evidente que hablando de ginecólogos todos los pacientes somos mujeres... Me ofendería igualmente que los urólogos hiciesen bromitas de mal gusto acerca de pitos y pelotas y no soy hombre, pero en fin; supongo que hay personas a las que les cuesta ver estos matices.

Bueno, allá voy: llevo desde el jueves pensando que, si los ginecólogos se permiten chotearse así de nosotras, ¿no será porque no nos consideran enfermas, sino usuarias? Quiero decir, una embarazada y una parturienta no son "pacientes" como tal, sino mujeres que libremente acuden a solicitar los servicios de un profesional sanitario para asistirlas, que no "curarlas", en su estado. Esto les exoneraría de la acusación de falta de sensibilidad, pues no estarían riéndose de enfermas, ¿no? Y supondría un avance para todas nosotras, pues estamos hartas de decirles que el embarazo y el parto son procesos fisiológicos que una mujer sana puede llevar a cabo sin mayor dificultad.

Si lo miro desde este punto de vista, puedo hasta rebajar dos puntos mi rayita en el "cabreómetro", pero es que luego recuerdo que las viñetitas también hacen mofa y befa de las mujeres con prolapsos (debidos, muchas veces, al generoso uso del bisturí y a ciertas maniobras obstétricas poco aconsejables), de las que sufren una cesárea (que no olvidemos que es una operación de cirugía mayor abdominal y no un paseo por el parque) y sumo y sigo... O sea, que no, que se cachondean de sus pacientes y no solo de las mujeres sanas.

Esto no es una cuestión de hombres contra mujeres, queridas y queridos. Es una cuestión de respeto a la persona que tienes delante. Cualquier hombre con dos dedos de frente (me imagino que el 98%, así a ojo, de la población en general, y el 100% de mis dos lectores masculinos) se sentirá, como mínimo, insultado al ver el contenido de estas supuestas gracietas que ridiculizan a sus mujeres (madres, esposas, hijas, hermanas, amigas) en trances tan delicados emocionalmente como el parto o una revisión ginecológica. Desde luego, a mí me repatearía que hiciesen chistes con los magníficos genitales de mi señor esposo...

Pero para mí, de lejos, lo peor es que sea una sociedad médica, teóricamente seria y científica, la que "quite hierro" a su gaceta dando ese "toque de humor" que huele a metano de aquí a Lanzarote... ¿A qué estamos jugando?

Y por cierto, doctor, ni siquiera dibuja usted bien.

He dicho.
Lady Vaga,
la diva que divaga.

lunes, 19 de septiembre de 2011

El ginesaurio artista, una nueva subespecie

Queridas y queridos, por fin hoy lunes puedo hacerme eco de la noticia que no debía contaros la semana pasada y que os dejó presa del más profundo desasosiego todo el fin de semana. Disculpad que obrase con tal falta de transparencia, pero desde El Parto es Nuestro se estaba preparando una acción institucional y seria a la cual yo no debía restar contundencia ni rigor con mi humor afilado cual stiletto de diseño. Quede claro, por tanto, que cuanto yo digo y escribo aquí, como siempre, es meramente reflejo de MI opinión, la opinión de Lady Vaga, que para eso soy egocéntrica.

El caso es que ya puedo anunciaros, por si queda algún despistado entre mi abultada audiencia (formada, creo, por seis personas, aproximadamente), que el hecho al cual me refería hace unos días es la desafortunada (por decirlo con finura) publicación periódica de unas viñetas pretendidamente graciosas en la gaceta electrónica de la SEGO, de la cual os dejo una pequeña muestra a continuación:
¡Toma festival del humor! Yo es que me parto y me mondo al leerlo...

A mí en particular, tras un fin de semana de meditación, indignación y pródromos de parto, me parece genial, estupendo y chachi piruli que nuestros queridos ginesaurios tengan las criadillas tan gordas y rellenas de nubecillas rosas como para retratarse así, en público, en una gaceta publicada y respaldada por su sociedad médica, porque deja muy claro que las cosas de las que unas pocas zumbadas nos quejamos no son paranoias ni inventos, sino las consecuencias que vivimos en nuestros partos y nuestros cuerpos cuando este modo misógino y absurdo de pensar se traslada del papel a la praxis profesional.

Me sirve, pues, como respuesta para aquellos que, cíclicamente, pasan por el blog a preguntarme qué tengo en contra de esta especialidad médica y qué me han hecho a mí los ginesaurios, que tanto nos respetan y nos quieren y que estudian para salvar a nuestros pobres bebés de nuestros cuerpos mal diseñados y peor ejecutados.

¿Qué respeto han de merecerme a mí unos señores médicos que se permiten el lujazo de descojonarse así, en público (no olvidemos que este documento está disponible en internet, en su página web) y sin el más mínimo atisbo de cordura, a costa de sus pacientes y usuarias? Que se ganan la vida con nosotras, oigan, ¿a qué están jugando? ¿Les parece bonito y divertido chotearse de las mujeres que han pasado por una cesárea? ¿Encuentran gracioso reírse de los prolapsos muchas veces provocados por sus intervenciones? ¿Qué chiste le ven a clasificarnos a todas en gordas/prostitutas/ignorantes? Y las ginecólogas que reciben este desecho en sus buzones de correo electrónico, ¿no se indignan? ¿Es que ellas son "mejores" que sus propias pacientes y se sienten por encima?

Menos mal que hasta Julia Otero lo ha visto claro y ha retwitteado esta información, que supongo la habrá dejado sorprendidísima:



Por supuesto, vaya mi más sincero agradecimiento para todos los ginecólogos y ginecólogas que no solo no se sienten reflejados en este humor de caspa y cutrez máxima, sino que hacen día a día todo lo posible por ayudar a las mujeres que acuden a sus consultas, desde el respeto, la profesionalidad y la admiración ante el cuerpo femenino y sus procesos.

Esta noche edito y os dejo una lista de documentos y enlaces que quizá os resulten útiles si decidís difundir este atropello mensual contra la dignidad de las mujeres y os doy las gracias por adelantado, porque doy por hecho que esto os alucina igual que a mí.

Edito: os dejo enlaces y documentación al respecto que espero que utilicéis para difundir esta muestra de cavernícola pseudohumor:

Me despido y me voy a pasear al solecito,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
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