jueves, 19 de mayo de 2011

La Dra. Fistra habla off the record

Estaba yo anoche desvelada (me pasa a menudo últimamente), pensando en las patillas de Hugh Jackman cuando interpreta a Lobezno, ínclito repartidor de hostias (¿de qué os extrañáis? ¿Es que no se puede ser diva y que además te gusten los X-Men?) cuyos brazos como mazas siempre me inspiran hermosos sueños, y de repente, no sé qué extraña asociación de ideas que no quiero desentrañar porque fijo que me autoenvío al psicoanalista pero para no volver jamás de los nuncas, me hizo recordar que aún no os he contado el glorioso día en que la dra. Fistra decidió que yo tenía dos problemas. Bueno, tres si contamos con su batiblanqueada presencia matinal en mi celda.

Creo (permitid que mi memoria selectiva no sea exacta ya, puesto que la uso para seleccionar modelitos y libros y menos para retener fechas; eso ya lo hice en la universidad) que fue al día siguiente de negarme a que me hicieran dos analíticas diarias (ya os lo cuento otra mañana). Yo estaba en mi monástica estancia, lánguidamente estirada en mi lecho, reunida con la psiquiatra (que sí es encantadora y sí lo digo en serio), a quien nunca podré agradecer lo bastante su calidad humana y su dedicación, cuando llegó ella. Ese mismo día había terminado el tratamiento antibiótico y, según los médicos, se abría el tenso compás de espera antes de que la infección que en teoría me aquejaba y que mantenía altos los valores de la PCR se manifestase, atacando a mi bebé y quizá a mí (recordad que la dra. Fistra ya había amenazado a Lord Muchomacho con que se quedaría viudo si yo me iba a mi casa y me daba una sepsis fulminante), por lo cual yo me sentía especialmente vulnerable.

Precedida de una súbita bajada de varios grados en la temperatura de la habitación, la puerta se abrió sin más preámbulo y la dra. Fistra hizo su aparición estelar. Venía guerrera, porque yo me había rebelado abiertamente contra una orden suya (la segunda analítica del día). Venía walkyria, la melena al viento, los ojos brillantes, los labios contraídos en un rictus de cólera. Me habría cagado por la pata si no fuese porque las chicas finas lo hacemos en el wc, a puerta cerrada y echando bien de papel en la taza para que no se oiga caer el desecho (y además, después de nueve días de antibióticos, poco me quedaba por soltar) pero, por si acaso, adopté la táctica del bicho bola: me encogí sobre mí misma y guardé un silencio tan sepulcral que no os lo habríais creído.

- Bueno, ayer se negó usted a que le hicieran otra analítica y puede hacerlo por la Ley del Paciente- yo pienso "mami, no me riñas". Su tono es mitad reproche, mitad incredulidad-. La PCR hoy está en 86, es decir, igual que ayer.

- Doctora, pero es una buena noticia, ¿no? Porque algo ha bajado desde el día anterior- yo ya lo sabía, me lo había contado una enfermera, majísima como todas las que traté durante mi estancia.

- No, no lo es porque sigue muy alta. No lo considero una bajada; además, hemos quitado los antibióticos y lo que tenga dará la cara. Me han dicho que le duele la garganta. ¿Por qué no me lo ha dicho hasta ahora?- aquí estaba rebotada, rebotada. Si llega a tener tubo de escape, habría hecho "vrooooom, vrooooom".

- Doctora, me duele hace una semana, he estado varios días con paracetamol. Se lo he ido comentando a las enfermeras, ya no me...

- No es a ellas a quienes tiene que contárselo, sino a mí.

- A ver, si me han estado dando paracetamol es porque les he hablado del dolor a todos los médicos que han ido viniendo, si hasta me han palpado el ganglio inflamado varias veces. Además, que yo supongo que se comunican entre ustedes...

- Nuestra vía de comunicación funciona perfectamente, pero usted a quien tiene que hablar es a mí- como si me dejase hacerlo, la tía bruja, que solo interrumpe y no le interesa lo que le cuento-. A mí me tiene que contar hasta lo más nimio, que estamos buscando el origen de la infección.

- Bueno, pues ya que lo dice, no lo tome a mal, pero tengo el ojo izquierdo como si me fuese a salir un orzuelo...

- A ver. Bueno, el párpado está algo inflamado. Luego le traerán un colirio. Ahora mismo la llevarán a Urgencias para hacer otra ecografía y ver el líquido amniótico. Va a venir el celador a llevarla y bla, bla, bla...- la exposición continúa en tono de bronca, pero yo mantengo mi táctica de bicho bola (tampoco me habría salido hacer otra cosa en tal situación). No recuerdo qué más sandeces dijo, si es que dijo algo más; ya os digo que mi memoria es muy selectiva y ahora mismo está pendiente de un vestido que me he comprado y que me entregan mañana porque tenían que arreglarme el bajo.

La psiquiatra, que había guardado silencio pacientemente hasta entonces, pide a la Fistra que espere unos minutos antes de la ecografía, porque aún no hemos terminado y "estamos trabajando". Yo pienso "qué grande es esta mujer" y me pregunto qué haría la dra. Fistra si la psiquiatra entra en una habitación, la pilla "con las manos en la masa" y encima la interrumpe sin piedad.

La dra. Fistra se gira hacia la psiquiatra y le dice:
- No te preocupes, tendrás tiempo de verla más veces, esta señora va a estar aquí mucho tiempo- así, sin dirigirse a mí, como si yo fuese parte del mobiliario. Ojalá pudiese metamorfosearme de bicho bola en avispa y picarle en esa pepitilla pocha de amargada undersexed que debe de tener... O no, mejor no; antes de tocarle ahí, me corto el aguijón y hasta el brazo, si procede.

Y después de soltar tamaña bomba, la dra. Fistra sale de la habitación, magnánima y benevolente como la Espe después de inaugurar algo bonito. La psiquiatra y yo nos miramos y flipamos; ella se marcha, prometiéndome que volverá (lo hizo, lo hizo, no lo dudéis).

Unos minutos más tarde, llega la celadora y me lleva a Urgencias en cama y todo. Vamos solas las dos, porque Lord Muchomacho y O. G. han bajado a desayunar y la Fistra parece que les ha instalado un chip localizador, que siempre llega cuando ellos no están. Me los cruzo al salir de la habitación, justo vuelven en ese momento, pero no dejan que O. G. vaya a Urgencias, así que me marcho sin ellos. La celadora está de acuerdo conmigo en que la doctora es un cacho de carne con ojos y que merece que le salgan hemorroides hasta en el cielo de la boca. Qué alivio.

En Urgencias lo paso fatal, porque todas las mujeres me miran y porque hay una señora mayor que, según creo leer en el letrero a los pies de su cama, viene de nefrología. Lo paso mal no por ser la señora paciente de riñón, sino porque la meten en el box a hacer una eco (creo recordar, disculpadme si no era eso, no lo vi) y oigo a los enfermeros dirigirse a ella: "a ver, Ramona, levanta el culo...", "abre las piernas", "ponte así", "Ramona, ¡colabora!" y yo pienso que pobre mujer, bastante tiene con estar enferma y sola en Urgencias para que encima le falten al respeto así...

Me hacen la eco. Todo correcto. Volvemos a la habitación y allí está Lord Muchomacho con nuestro hijo, con la misma cara que si se le hubiesen aparecido juntos Carlos Jesús y Paco Porras para vaticinarle que el fin del mundo coincidirá con las Olimpiadas. Le explico que todo ha ido bien en la eco y él me cuenta que se ha encontrado con la Fistra a la que yo me iba y le ha preguntado qué tal estoy.

- No te lo pierdas. Tú estabas contenta porque te ha bajado la PCR, ¿verdad? Pues la doctora me ha dicho que no me haga ilusiones, textualmente: "tu mujer tiene dos infecciones, una corioamnionitis y otra que aún estamos buscando". Manda cojones, o sea, que ahora que te baja, sabe ella que no tienes una sino dos...

No me queda otra que echarme a reír. La doctora Fistra, capaz de dar dos diagnósticos por los pasillos cuando sus compañeros, jefe de servicio incluido, admiten que no saben qué tengo y si lo tengo. Pero lo del jefe de servicio os lo contaré otro día, que la Fistra lo envió a que me echase la bronca y yo creo que hasta le seduje con mi papel de ignorante dulce de pestañas largas.

Ay, Fistra, como Minimacho llegue a término te juro que me presento a verte y te lo restriego por la cara para que te enteres... Pero esperaré a que el niño esté bien cagado, para saturarte el bulbo olfativo a ver si te desmayas.

8 comentarios:

  1. Ay lady vaga, ya sé que la situación no es d erisa precisamente pero es que tu forma de contarlo es la pera, jajajaa.

    Mucho ánimo guapa que ya queda menos para poder restregarle a la petarda de la doctora fistra el pañal de tu minimacho

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  2. Querida Yasmin, para eso la cuento, para que todos nos riamos... Y sí, ya queda menos hasta el 1 de septiembre y a partir de ahí, que Minimacho nazca cuando le plazca (qué ripio más malo me ha quedado).

    Besos bienhumorados,
    Lady Vaga

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  3. Qué risas me he echado a tu salud, Lady V! Pencas así sólo viven para cruzarse en nuestro camino y hacernos apreciar más las cosas buenas de la vida. Aunque debo decir que en el ambiente que estabas admiro tus santos ovarios.
    Bss

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  4. No dudes ni un momento que Minimacho llega a término, aunque sólo sea por darle en las narices a la fistra esa. Menos mal que tienes sentido del humor. Eres encantadora (aparte de divina claro está).
    Mucho änimo, estamos contigo esperando que llegue septiembre y nos des una alegría.

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  5. Desde luego la Fistra ha hecho méritos ante Minimacho para que éste, solo por darle por saco, aguante ahí hasta septiembre!!! Y después os vais a visitarla, cargaditos cargaditos!

    Muchos ánimos en tu reclusión!!! Un besote!!

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  6. Querida guerrillera:

    No hay ningún ovario que admirar, en esas dos semanas yo me limité a morirme de miedo, aguantarme para no levantarme al baño y llorar y preguntar a cuanta enfermera osaba entrar en la habitación (pobrecillas, están diez puntos más cerca del cielo desde que yo me fui). Vamos, que alucinaba cada día.

    Besos agradecidos,
    Lady Vaga.

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  7. Querida Iria:

    Gracias por preciosos piropos, Minimacho se ha emocionado tanto que me ha soltado una patada calibre obús. Espero poder seguir dandoos la brasa hasta septiembre (tendré que pensar nuevos temas, que antes o después se me acabará la crónica del hospital).

    Besos primaverales,
    Lady Vaga.

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  8. Querida Carol:

    Tienes toda la razón, Minimacho debe de estar indignado (hijito, si es que sí dame dos patadas; si es que no, solo una... Dos, está cabreado cual mona). Creo que lo que haré será llevarle a Minimacho cagado hasta las orejas y para rematar procuraré que O. G. también haga un hermoso regalo artesanal con el que atufar a la galena.

    Besos coprolálicos,
    Lady Vaga.

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