martes, 17 de mayo de 2011

Maniobras de Domesticación: breve enumeración

Queridas y queridos, os debía desde hace varios días una entrada detallando las variadas Maniobras de Domesticación que emplean algunos batasblancas en su diario quehacer para mantener a los pacientes en un estado de atontamiento y sumisión cómodo para los profesionales que les atienden.

Definiremos, por tanto, Maniobra de Domesticación (MD), como "aquella técnica, procedimiento o acción encaminada a socavar la autonomía del paciente con el fin de tornarlo en un sujeto sumiso, maleable y no incómodo que no haga preguntas ni cuestione la oportunidad ni el fin de las intervenciones que se lleven a cabo sobre su cuerpo".

De momento, lo dejo así, pero ya os comenté en su día que esta definición es susceptible de ser ampliada, modificada o enmendada por vosotras, ilustres visitantes (permitidme que, por ser mayoría de chicas, emplee el femenino como colectivo).

En este texto, me limitaré a enumerar las principales maniobras (las que yo he conocido, sin perjuicio de que existan otras a las cuales no me he visto expuesta, pues el mundo es vasto y algunos médicos muy bastos) para, en una entrada futura, poner ejemplos concretos vividos por mi excelsa persona durante mi estancia en el Hotel Espe y en otras ocasiones (aclaro que siempre en relación con los temas de embarazo y crianza, pues en otros ámbitos he dado con profesionales serios que me han permitido preguntar, indagar y salir tranquila de la consulta sin sentirme como si mi cuerpo fuese una bomba de relojería).

Así que, señoras y señores, remanguémonos las camisas de seda natural y manos a la obra (sólo los dedos, en realidad, y las neuronas, que estoy en reposo). Maniobras de Domesticación:
  1. Racionar la información, o directamente, ocultarla al paciente y sus familiares: esta MD es altamente efectiva, pues consigue sumir al sujeto en un estado de angustia e incertidumbre que prepara su mente para futuras maniobras. Variante: dar diferentes informaciones al paciente y a los familiares, para confundirles e indignarles, dejando así el terreno abonado para lo que vendrá.
  2. Vaticinar consecuencias terribles o que parezcan desmesuradas: si el paciente no es consciente de su gravedad real, o percibe un gran desfase entre su propia sensación física y el desastre que se le predice, se incrementa su ansiedad y comienza el proceso de destrucción de su autoestima.
  3. Especular sobre el estado mental del paciente delante de él ("es que esta señora está histérica"): se insinúa, o se afirma claramente, que la reacción del paciente ante la hecatombe que, según el médico, se avecina, es excesiva y propia de personas con escaso equilibrio mental. Una vez más, el objetivo es que el paciente y sus familiares confíen cada vez menos en su propio criterio y decisiones y se pongan en manos de los médicos sin preguntar.
  4. Hablar del paciente como si él no estuviera (pero está):  reafirma en el paciente la idea de que las decisiones no dependen de él, pues se espera que actúe como una mera pieza en un engranaje, un objeto sobre la mesa en el cual otros actúan e intervienen.
  5. Reforzar la autoridad médica en detrimento de la autonomía del paciente: se consigue mediante frases ("somos los que sabemos", "usted no es médico"), actitudes (entrar sin presentarse o sin llamar a la puerta, ignorar una pregunta, salir sin dar opción a preguntar o sin despedirse) y actos (prescribir una medicación o programar pruebas sin informar al paciente previamente).
  6. Manipular el cuerpo del paciente sin su consentimiento: por ejemplo, colocando en las vías medicación sin indicar qué es o haciendo un tacto vaginal sin avisar (o, habiendo avisado, "aprovechar" para despegar las membranas, romper la bolsa...). Esta maniobra supone la culminación de las anteriores, que, si se han ejecutado metódica y correctamente, habrán convertido al paciente en un pelele dócil. Representa el éxito total en el proceso de despersonalización del sujeto, el cual, cosificado y mentalmente agotado, no pondrá objeciones ni dificultades a sus cuidadores.
Como podéis ver, este pequeño catálogo de "putaditas" que no me he inventado (no me da la imaginación para tanto, ya me gustaría) es utilizado (espero que inconscientemente) por algunos "profesionales" (entrecomillo porque creo que los médicos serios de verdad valoran que un paciente se interese por el tratamiento, la posible evolución y las secuelas presumibles de su proceso) para mantenernos en un estado de atontamiento que nos haga más cómodos de manejar, pues hay mucha gente que atender, poco tiempo y esta tarde hay que ver el fútbol/ir de compras/mirar el vídeo del mono que se depila a la cera en Youtube.

Consecuencias sobre el paciente (no necesariamente en orden cronológico):
  1. Descenso de la confianza en sí mismo: "no me entero de nada".
  2. Dudas sobre el propio cuerpo: "yo me encuentro bien, pero si me hacen tantas pruebas, será que estoy peor de lo que creo". Importan más los valores de una analítica que la percepción propia sobre la salud.
  3. Pérdida de interés en el proceso: "para qué preguntar si no me van a contar nada y no me voy a enterar". El paciente comienza a sentirse menor de edad. Desconecta de su propio cuerpo.
  4. Sobrevaloración de los médicos: "ellos son los que saben, tanto que ni me entero si pregunto".
  5. Sumisión: "pues nada, aquí estaré hasta que ellos quieran y que hagan lo que tengan que hacer". El paciente renuncia, "voluntariamente", a su autonomía y capacidad de decisión, que cede a los médicos.
Si no os suena de nada esto que cuento, ¡enhorabuena! Pero si reconocéis alguna de estas prácticas, habéis dado con un cachocarne vestido de blanco al menos una vez en vuestra vida, que de todo hay por ahí.

Ahora, queridas y queridos, permitiréis que me despida, pues es la hora de comer y mis tripitas empiezan a rugir cual león de la Metro, no sin antes enviar un cariñoso saludo a todos los buenos profesionales sanitarios que nos permiten preguntar, dudar, reaccionar humanamente ante ciertos anuncios poco halagüeños y sentirnos tratados como personas y no como números durante nuestra enfermedad. A todos ellos, gracias.

Lady Vaga.

8 comentarios:

  1. Yo no sé que tipo de profesional será tu gine, pero bendigo el día que te puso "en reposo" y así te dio la oportunidad de comenzar con tu blog. Ay, Lady vaga, eres tronchante!!!!! Hasta mi peque de 2 años, sentado a mi lado comiendo sandía se está tronchando de risa, aunque sólo sea por verme reír a mí......

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  2. Querida María:

    Me encanta que te rías con el blog, pues es su primer propósito (lo de hacer pensar depende del día, a veces da pereza), y más aún si es con tu peque. Mi ginecólogo... Depende de por cuál preguntes de todos los que me han visto últimamente, de la Dra. Fistra encontrarás aquí variadas explicaciones y anécdotas, pero una vez conocí uno que hasta era guapo. Huelga decir que le conocí en un curso de idiomas y jamás me revisó la milla de oro, así que no sé cómo era de profesional, por suerte para mi memoria selectiva, que se ahorra trabajo.

    Besos risueños,
    Lady Vaga.

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  3. Desgraciadamente este tipo de batasblancas es más habitual de lo que debería.

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  4. Querido Anónimo:

    Tienes toda, todita la razón. Y que no se extinguen, oye.

    Besos de tarde,
    Lady Vaga.

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  5. Qué se van a extinguir. Yo he visto residentes de primer año mansitos y asustadizos cual corderitos, que al pasar al segundo año -algunos al semestre- ya se comportaban según modelo médicosaurio 2.0 variedad tiranosaurio.

    Soy enfermera, trabajo en una unidad de diálisis, me gusta hacer mi labor en equipo e incluyo al paciente en el ajo, que al fin y al cabo es el que pone su cuerpo serrano en esto. Los tengo de todos tipos, como en botica, desde la que te teje calcetines para mis niñas hasta el que intenta tocarte la teta, pero allí, cuantito uno dice no quiero esto porque no y no(y te aseguro que alguno arriesga gravemente su vida al hacer o deshacer ciertas cosas), es que no. Los dejamos en paz y listo. Siempre lo flipo cuando comparo con la ginecología: nos abrimos de patas ante ellos y encima nos tratan como a un cacho carne, nos rajan el periné y se molestan si les decimos mu. Por eso apoyo tu iniciativa de Plan de Parto Subversivo, lo usaría en mi próximo parto de no ser porque ya cerré la fábrica, que no está la nómina, con tanto recorte, para más retoños, desgraciadamente.

    Saludos de una profesional que se toma la vida y su trabajo con humor, como tú haces, y que te desea lo mejor.

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  6. Querida Carmen:

    Muchas gracias por visitar el blog y por tu comentario, que suscribo punto por punto. No sabes cuánto me alegra que una profesional de la salud entienda el Plan de Parto Subversivo y que sepa verlo como lo que es, una crítica irónica a una especialidad en la que, no sé por qué, está mal visto preguntar. Como tú bien dices, nos tenemos que tomar las cosas con humor, poco más nos queda...

    Por cierto, eso de "cuantito" me suena muy extremeño, ¿no serás de esa hermosa región de buenos jamones? Me refiero a los de los cerdos, no a los tuyos, por supuesto ;)

    Besos findesemanáticos,
    Lady Vaga.

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  7. Querida Lady Vaga:

    En efecto, siempre he entendido que un sistema debe mejorarse por medio de la crítica constructiva, la evaluación continua o ya puestos, la acampada en plazas, lo que sea, pero siempre con civismo, educación, estilo, y humor, por supuestísimo. (Y en el caso de los acampados, con una manta zamorana para el fresco). Cualquier cosa menos los gritos en el pasillo, amenazas de rajamiento de ruedas o desenvainamientos de armas, que también los conocemos. Me gusta su blog porque veo que combina perfectamente las citadas cualidades.

    No, no soy de la hermosa tierra extremeña, pero por aquí también criamos excelentes jamones (aparte de los míos propios, consecuencia de la afición al buen comer), por la zona del Valle de los Pedroches: soy cordobesa, como mi apellido. Ciudad que le animo a conocer, acompañada de su Lord y MiniLores, en cuanto la liberen de su encierro doméstico y le apetezca, claro. Que es una ciudad preciosa y se come muy bien, pero si sales en verano pareces una lagartija aplastada por la caló y el agua fresquita te dan ganas de enchufártela en vena.

    Saludos,

    Carmen.

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  8. Querida Carmen:

    Bella tierra la tuya, que tengo ganas de visitar con tiempo y calma cualquier septiembre de éstos... Tengo amigos por allí que periódicamente me cantan sus excelencias, pero reconozco que hace muchos años que no la frecuento.

    Me alegra mucho leer tu mensaje porque destilas sensatez; cierto es que los pacientes a veces no manejamos las mejores formas, lo cual es inexcusable, y es una pena que, por lo que sea, se pierda la buena relación médico-paciente que debería ser siempre la base del sistema sanitario. Confío en que, poco a poco, lo cambiaremos.

    Besos esperanzados,
    Lady Vaga.

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Estaré encantada de leer tu mensaje, pero asegúrate de mantener el buen tono y la high class que caracterizan este humilde blog. Si me sueltas una grosería, es posible que la borre o, peor aún, que te conteste. A tu elección lo dejo.

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