miércoles, 27 de abril de 2011

El doctor Tirrio vs. Lady Vaga (blancas mueven y ganan)

Creo que fue el primer viernes de mi estancia cuando vino el doctor al que llamaremos Tirrio, acompañado de dos acólitos.

En ese momento, Lord Muchomacho y O. G. habían bajado a comer algo y, oh, Murphy (ojalá te revuevas tanto en tu tumba que se te enrolle la mortaja muy fuerte alrededor de la cintura y te seccione por la mitad, para que en el Juicio Final tengas que ir andando con los brazos como un zombi cualquiera, toma gipsy-maldición), estábamos solas en la habitación Verónica y yo, así que al menos tengo un garante de que lo que cuento no es fruto de mi imaginación enfermiza, sino de mi enfermiza memoria. Verónica es, encima, un testigo fiable, porque además de mona e inteligente, es una mujer perspicaz, de las que ven más allá de lo que se dice aunque sea por teléfono. Jódete, Aramís Fuster.

Total, que ese señor traspasa el umbral de mi celda monástica acompañado por su séquito, un chico y una chica bastante jóvenes (sobre todo, comparados con él) y a mí lo primero que me sale es incorporarme haciendo gala de la fantástica forma de mis abdominales (que son del estilo de la barriga de Fergie la de los Black Eyed Peas, una maravillosa escultura de carne que da gusto ver y más tocar, quien me conoce lo sabe) para taparme las piernas, que tenía al aire. Porque una será una diva un poco exhibicionista, pero una cosa es lucirme ante mis fans y otra enseñar los pelos de las piernas a tres desconocidos por mucha bata blanca que lleven. Que las bolsas de líquido amniótico no notifican cuándo van a romperse y a mí ya me ha pillado sin depilar dos veces, cuando nació O. G. y ahora (bueno, cuando nació O. G. es que yo tenía cita para la esteticista justo ese día y, claro, la llamé en plan: "bonita, que no puedo ir porque estoy pariendo, ya me pasarás la cita para otro día").

- Pero ¿qué hace? ¡Que usted no se puede incorporar así! ¡No se puede incorporar así! ¡Estése quieta, échese!- El médico será muy médico, pero desde luego la música no ha perdido ningún barítono con él, ¡qué voz tan desagradable! Por un momento, me lo imagino arrimándose a un micrófono: "Personal de limpieza, acuda a pasillo cinco... Señorita Puri, acuda a lencería"...

La protobronca me dejó perpleja y no recuerdo si llegué a responder o me limité a flipar. Supongo que lo segundo porque, pese a lo decidida que os pueda parecer ahora, en mi distancia física y espiritual del ruido y los vicios mundanos, soy una mujer muy tímida y cauta escondida detrás de un modelito divino y subida a unos preciosos taconazos. Qué queréis, así soy yo.

Sin embargo, no sé de dónde saco el rostro necesario para preguntarle quiénes son las personas que le acompañan. La respuesta tampoco es la esperada:

- Eso a usted le da igual- Ande, buen hombre, no se chine usted, si es por curiosidad, ¿no ve que si el chico está de buen ver y soltero igual se lo presentamos a mi amiga Verónica, que es un partidazo por tener casa y coche? Pero como soy una dama educada, vuelvo a quedarme perpleja una vez más.

El médico comienza a largar su rollo, que se resume en que yo me quejo de que no me informan (lo cual es verdad, me quejo a todo el que pasa por la habitación, sea enfermera, celador o personal de limpieza, porque los médicos salen todos corriendo como alma que lleva Fernando Alonso en cuanto terminan su perorata y no me dejan preguntar nada), que nadie sabe lo que va a pasar pero que los pronósticos no son halagüeños y que lo que tengo que hacer es dejarme y confiar, que se hará todo lo que haga falta, todos los exámenes vaginales que hagan falta (cuando la doctora Fistra ha dicho que de vaginal nada para no aumentar las probabilidades de infección) y tal. Me informa de que un marcador de inflamación (la PCR, que ya es famosa en mi casa) ha pasado el límite establecido y que me duplicarán el antibiótico (no me explica ni cuál ni a qué cantidad, menos mal que las enfermeras tienen que venir con tiempo a poner la medicación y yo las abordo sin pudor).

Yo interpreto que las pausas que hace entre frase y frase son para que le plantee mis dudas o diga "ahá" en caso de no tenerlas, pero él me hace saber cortésmente lo erróneo de mi suposición diciendo "cállese, que tengo que hablar yo" (o algo así, Verónica quizá lo recuerde mejor); yo insisto, diciéndole que me gusta saber qué me van a hacer y por qué y que lo lógico es que se lo pregunte a él y no a mi hermana (llamé "hermana" a Verónica para que no la sacaran de la habitación al llegar ellos) y él se gira hacia ella diciendo "qué carácter tiene, ¿eh?", como si yo fuera gilipollas. La temperatura de mi sangre se eleva varios grados repentinamente y comienza a incrementarse mi presión arterial. Mi mente hace un rápido análisis de las opciones disponibles ante tamaña desfachatez:

a) Callar y aguantar estoicamente, que yo soy una señora.
b) Insultar al médico, que ahora me niego a calificar de "doctor".
c) ¡Patada voladora!

Mientras me decido y no, él ya se ha dado la vuelta y se dispone a salir, con lo cual sólo acierto a preguntarle si esa mañana me van a hacer una ecografía. Sin dignarse parar (el verbo "dignarse" no lleva "a" detrás, como "pretender", y si la ponéis estáis haciendo mal. Nota de la redactora), le oigo decir "no, hoy no".

El Trío Fiesta sale por la puerta, dejándonos ojipláticas (o más bien ojiensaladéricas, porque estábamos alucinando) y Verónica, cuya capacidad de observación le permitiría detectar un hilo suelto en un jersey de cachemir (me niego a decir "cashmir", lo siento) a doscientos metros de distancia, me hace notar que la chavala que acompañaba al médico puso cara de marciana cuando pregunté quiénes eran... Hago memoria y caigo en la cuenta de que el día anterior fue ella quien me hizo la ecografía para evaluar el nivel de líquido amniótico. Yo es que ni me acordaba de ella, ¡pasaba tanta gente por mi habitación! Culpa suya, que cuando llegó el jueves le pregunté su identidad y me proporcionó otro diálogo de besugos (o de besuga y diva, para hablar con propiedad, ya sabéis quién es quién):

- Soy la ginecóloga.
-Hombre, ya me lo figuro puesto que viene con un ecógrafo, le pregunto cuál es su nombre.
- Doctora Carapeta- esto sin mirarme, of course, que yo no merezco atención más que entre sonrisas: la que tengo debajo del ombligo, obra de la carnicera que me (des)atendió en el nacimiento de O. G., y la que tengo entre las piernas, que venía de serie y es perpendicular a la anterior.

En resumen, queridas y queridos, podría contaros muchas más anécdotas ocurridas durante mi estancia en el Hotel Espe, pero esta en la que un médico me mandó callar (¡a mi edad! Que soy mocita pero no doncella, señor, y también tengo alguna cana aunque el tinte la oculte) fue de categoría extra cual huevo de avestruz.

Mañana tengo la ecografía de las 20 semanas, la que llaman "morfológica" y espero traeros buenas nuevas de las que a todos nos gusta leer... Sean cuales sean las novedades, os las transmitiré puntualmente, lo juro.

Se despide y se reclina en su diván,
la ínclita Lady Vaga.

9 comentarios:

  1. Me parto la caja pensando en cómo harías la crónica de mis vicisitudes por el Servicio Exterior. Aquí tol mundo mea eau de colgne...

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  2. Querido ifuncionario, la gente cuya vejiga excreta eau de cologne suele tener anos pequeños y fruncidos en exceso que les impiden realizar la sana y fisiológica función de evacuación de residuos sólidos; por ello, suelen presentar una sospechosa coloración facial (entre el verde y el amarillo) y un humor tendente al coñacismo generalizado.
    Suerte que, por encima de ellos (y, a veces, desgraciadamente entre ellos) nos encontramos los que compramos el perfume en la tienda de nuestra elección en vez de producirlo en nuestras cavidades corporales, apoyando así al mismo tiempo la buena marcha de la economía y la extinción de ese peligroso paradigma que se disfraza de clase sin dejar de ser hortera-horterísimo.

    He dicho.
    Tu segura servidora,
    Lady Vaga.

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  3. Querida Lady Vaga:

    Añoro esos momentos gebuakiles que compartíamos, pero me muero de risa compartiendo tu diván. Espero que a ti a tu garbancito os vaya muy bien. No olvido que tengo una visita pendiente, pero estoy tremendamente liada (ya te contaré, me he convertido en multipropietaria...)

    Besitos para esos ojos y conviértete en bélica, yo no habría podido aguantarme...

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  4. Querida Susana, compañera de Gebuakez, cofundadora del Club del Huevo Duro, siempre tendrás un rinconcito en mi diván cuando te canses de acumular propiedades y decidas volver a la simple life. Tan sólo déjame recordarte que con cuatro casas puedes poner un hotel y que el feng shui está sobrevalorado.
    Como sabes que te quiero, no te lo repetiré.
    Besos indolentes,
    Lady Vaga.

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  5. Lo de la patada voladora me ha matao :D

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  6. Querido pepev:

    La pena es que no se la di de verdad, porque me habría encantado inmortalizar el momento para ofrecéroslo aquí.

    Besos chucknorríticos,
    Lady Vaga.

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  7. "Las aventuras de una diva que no existe, en un hospital lleno de peligros..."

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  8. pepev, lo que me he reído con tu comentario Michaelknightiano, ¡no podrías estar más acertado!

    Besos carcajeantes,
    Lady Vaga.

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  9. jejeje unas risas por otras, entonces :o)

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