miércoles, 8 de junio de 2011

Lady Vaga Vs. Dra. Fistra: Final round

Me quedan todavía, queridas y queridos, anécdotas e historietas sobre mi estancia en Hotel Espe, pero me gusta dosificarlas para no parecer un abuelo contando sus cosas de la guerra o nuestros padres con lo de la mili. Así de repente se me ocurre que tengo que contaros quién es la doctora Maja (maja y simpática como ella sola, un amor de señora), cómo fue mi última conversación con la Fistra o qué ocurrió cuando me negué a  hacerme dos analíticas en un día y vino la doctora de guardia a "negociar".
Sin embargo, sé que a lo que a vosotros os interesa es el puro y duro despelleje, el rechinar de dientes hasta llegar al hueso y, si me apuráis, al tuétano de la cuestión, y por ello, voy a dedicar esta entrada a relatar el final (por ahora) de mi lucha con la doctora Fistra.

Sucedió el lunes, 28 de marzo. Pasé la noche anterior presa de la incertidumbre, di vueltas nerviosamente en la cama, dormité sin descansar y hasta estuve en un tris de morderme las uñas, lo cual conseguí evitar a fuerza de decirme a mí misma que lo que la Fistra tuviese planeado para mí no podía ser tan malo como para justificar que yo echase a perder una estupenda manicura. Es más, conversaba Lady Vaga con Lady Cagada (que era yo con mis miedos y mis historias), es que no tenía ni por qué aceptar ni acatar lo que ella dijese. Faltaría plus. Que era la médico, no mi Ama sadomaso (bien le habría gustado a ella).

Por la mañana, mi prima tenía previsto venir a visitarme y Lord Muchomacho y yo estuvimos bromeando con que a ver si se presentaba y ya no me encontraba en la habitación porque me habían dado el alta... ¡Incautos de nosotros! Pecábamos de inocentes y desmemoriados, pues la doctora Fistra tiene por costumbre hacer la ronda por las habitaciones a última hora, supongo que para jodernos la comida a las pacientes (perdón por la palabrota, pero en realidad es un eufemismo de todos los otros verbos que podría haber colocado en su lugar...) con sus gracietas desprovistas de todo chiste (salvo que vaticinar muertes pueda considerarse divertido en algún sitio, para mí ignoto).

En fin. Entre visita y visita de las agradables enfermeras (siempre os lo recuerdo, pero por si no os queda suficientemente claro, esto va sin sarcasmo), que aprovechaban para recordarme que igual ese mismo día me perdían de vista (wishful thinking, me decía yo a mí misma), ecografía en el departamento de Alto Riesgo y la visita de mi prima, yo dediqué lo que sobró de la mañana a buscar mi traje de súper heroína, mi máscara y mis botas de taconazo con el loable objetivo de que mi previsible enfrentamiento con la doctora Fistra transmutada en declarada arpía terminase con un K.O. fulminante a mi favor. Aproveché para poner a prueba mis súper poderes (pestañas-crea-huracanes, patada voladora chucknorresca free style y lengua VIPerina afilada al máximo, entre otros) y para retocarme el pelo cuando me dejaron levantarme para ir al baño. Mi corazón se aceleraba conforme se acercaba el gran momento, pues sabía que, como en Los Inmortales, sólo podía quedar una... Y tenía que ser yo, por mis ovarios que son pares.

Y llegó la doctora Fistra, creo recordar que acompañada, pero ese dato nimio ya me baila en la cabeza, por su joven acólita y esbirra en horas de trabajo, la simpar doctora Carapeta. Entró con soberbia (la Fistra, digo), marcando el paso y con mirada altanera, pero yo activé mi escudo protector a tiempo para repeler sus burdos ataques.

- Ya tenemos los resultados de la analítica de ayer, la PCR está mejor, ha bajado- en este punto nuestras miradas se cruzaron, el ambiente de la habitación se cuajó de electricidad estática, a la Carapeta se le pusieron tiesas las puntas del flequillo y la doctora, previendo mi optimismo, lanzó la andanada-. El jueves hacemos otra analítica y una ecografía a ver qué tal sigue todo y ya las iremos espaciando si todo va bien. Cada lunes le harán el seguimiento en Alto Riesgo.

- ¿Y el jueves me la hacen ya ambulatoria? ¿Me dan ya el alta?

- No, de alta nada todavía. Tiene usted que quedarse aquí más tiempo- implacable, la tía, oye.

- Pues el doctor que me vio ayer dijo que iba a proponer mi alta en la reunión de hoy...

- El doctor de ayer era un optimista- "¿era?" ¿Lo habrá liquidado? Imagino al pobre hombre atrapado en una dimensión extraña por darme buenas noticias y pienso que mi siguiente misión, tras salvaguardar la integridad física de Minimacho y la mía propia, es salvarle y devolverle a su hogar-. Tiene usted que quedarse más tiempo, porque aún no sabemos lo que tiene.

- Pero, doctora- intento agotar la vía diplomática-, si ya tengo la PCR bien y todos los demás indicativos de infección también están correctos, ya no estoy tomando antibiótico y el líquido amniótico sale perfecto en todas las ecografías, ¿qué le hace pensar que tengo algo?- la muy guarra no me lo dice abiertamente, pero sigue empeñada en que tengo una corioamnionitis. O eso o SIDA, porque me lo ha preguntado como tres veces y me lo ha mirado en dos analíticas. La verdad es que ninguna de las dos opciones me seduce ni un poco, prefiero estar sanita como siempre, pero gracias por preocuparse, doctora.

- Que la PCR salga bien no significa que no haya infección- toma ya, pero si sale mal sí la hay... Jódete y baila-. Dénos más tiempo para ver qué es lo que tiene, sea paciente- parece que ella también vuelve a la diplomacia-. No debe usted hacer planes para las próximas semanas.

- Doctora, tengo entendido que X, que llevaba aquí ingresada varias semanas, se ha marchado ya con el alta voluntaria, y su caso era más grave que el mío- la chica había perdido dos bebés, por lo visto, por el mismo problema, y en esta ocasión se tiró ingresada casi diez semanas sin poder levantarse siquiera para ir al baño o para que le cambiasen la cama. Finalmente, optó por alquilar una cama articulada y marcharse a su casa, pues tenía otros dos hijos a los que atender.

- De ninguna manera, su caso es más grave, puesto que ella rompió la bolsa de veintitrés semanas y usted lo ha hecho con catorce- bueno, vale, no lo hice adrede, no me pegue en el culito, doctora.

- Pero yo no he vuelto a perder líquido, no me encuentro mal ni...

- Mire, usted se tiene que quedar más tiempo y ya está. Lo que vamos a hacer es ir espaciando las pruebas y veremos qué tal sigue hasta que consideremos que se puede marchar. Ya le he dicho que no haga planes para las próximas semanas.

- ¿Semanas? Doctora, que yo tengo una vida fuera, tengo un hijo, un marido que atender, un trabajo y cosas de las que ocuparme... Al menos dígame cuánto tiempo más tengo que quedarme, según usted- hizo falta que insistiera tres o cuatro veces, la tía se escabullía como un zaroniano cabreado. ¿Mmmh? ¿No entendéis mi chiste friki? En ese caso, os exijo que leáis Pulp, de Charles Bukowski (mi escritor favorito, por cierto), o al menos la página 71 en esta versión digital.

- Pues como poco, dos o tres semanas más. Sea usted paciente, la infección puede manifestarse en cualquier momento y es mejor que esté usted aquí cuando eso suceda- tanto optimismo me desarma y decido callarme, porque por mi mente pasan varias opciones, ninguna de las cuales es aceptable desde el punto de vista de la educación y el evitamiento de la confrontación física a muerte:

  • a) Decir con voz terrible "Aquí se va a quedar su p*** madre, doctora Fistra, yo me piro".
  • b) Hacer una cuerda atando las sábanas y huir por la ventana. Descartado, porque la ventana sólo se abre un poquito y no quiero espachurrar a Minimacho.
  • c) ¡Patada voladora! Pero no, en un hospital tan grande y moderno seguro que hay maxilofaciales que le arreglan la quijada en un momento y así no tiene gracia.
Opto, pues, por el silencio, apoyada por un diálogo mudo y fugaz que mantengo con Lord Muchomacho en unas décimas de segundo, y la doctora Fistra se marcha con aire ganador. No bien sale por la puerta, Lord Muchomacho y yo nos miramos; él, con la ceja arqueada, yo con la mirada de mala leche que me sale en estas circunstancias.

- Alta voluntaria, nena, alta voluntaria.

- Amor, acabas de leerme el pensamiento.

Total, para estar allí pasando el rato sin moverme, sin hacerme pruebas ni tomar medicación, también puedo darme al Dolce Far Niente en casa... Y mi Lord se ahorra viajes, dormimos todos en nuestra cama y comemos comida casera, que ya está bien de tanto catering bienintencionado en el que todas las carnes saben a lo mismo.

Avisamos a la enfermera de que queremos pedir el alta voluntaria para que se lo comunique a la simpática doctora Fistra, con la esperanza de que se lo cuente mientras bebe un café, se le vaya por otro lado y le dé mucha tos... Y ya puestos, le deseo que se manche los zapatos al echarlo, que a mala no me gana nadie. Pero ella no está por la labor de jugar un segundo asalto y pasa de volver a mi habitación, así que deja transcurrir la media hora que falta hasta finalizar su turno (y no me digáis que tenía más pacientes por ver, porque ya me habían comentado las enfermeras que a mí me solía dejar para el final) y se marcha tranquilamente, con el convencimiento de haberme noqueado.

Por la tarde, después de recordarle a la enfermera que queríamos marcharnos y que no pensábamos esperar hasta que la Fistra volviese al día siguiente, vino el médico de guardia a firmarme el informe de alta y toda la parafernalia conveniente, acompañado de la doctora Carapeta, que flipaba bastante e intentaba mantener la cara de póker ante mi osadía (osadía que me hubiese gustado tener en la jeta de la doctora Fistra, pero qué queréis, queridas y queridos, soy lenta de reflejos y tengo que aprender a vivir con ello). El doctor dijo que, vista mi evolución, él no veía ninguna inconsciencia en que me marchase a casa y que, además, la pérdida de líquido amniótico seguramente habría sido un falso positivo del Amnisure (que haberlos, haylos, por lo visto). Charlamos unos minutos, me dio algunas recomendaciones de vida (descanso, tomarme la temperatura tres veces al día, no hacer esfuerzos físicos y volver al hospital si notaba dolor abdominal o volvía a perder líquido), me recordó que mi bebé aún podía llegar a la viabilidad y nacer prematuro (a lo cual yo le contesté que prefería pasarme de viabilidad y llegar a la semana 38) y se marchó deseándome suerte. La joven Carapeta tuvo que rehacer mi informe porque había datos incorrectos y cuando nos lo trajo corregido me recordó que no se me ocurriese coger en brazos a O. G. ni hacer posturas raras, que mejor me estuviese tumbada en la cama.

La contención de que hicimos gala mereció la pena cuando vi la cara de felicidad de Lord Muchomacho, que me dio un abrazo estrujahuesos extra grande (y, seguramente, por completo contraindicado en mis circunstancias) y se puso a recoger nuestras cosas haciendo gala de su súper diligencia (de hecho, el domingo tras la visita del médico ya había estado organizando cosas en casa y había llevado a la señora que nos ayuda para que limpiase a fondo nuestra habitación y cambiase las sábanas, ¿no es encantador?); parecía un huracán ordenando todo a su paso, clasificando ropa, apilando libros y revistas y embolsando fruta y comida. Yo me puse el pantalón vaquero y una camiseta y me quedé sentada en el sofá mientras él iba cargando el coche y O. G. jugaba por la habitación, cada vez más vacía.

Creo que me despedí de alguna enfermera que pasó por allí, pero no lo recuerdo con nitidez; sí sé que me dijo algo de que no pasaba nada por que el bebé fuese prematuro y que nos veríamos para el parto, a lo cual yo sonreí y le dije que, en ese caso, esperaba no verla hasta septiembre.

Lord Muchomacho volvió, cogió a Jorge en su brazo izquierdo, me pasó el derecho por la cintura y me sacó de aquella habitación donde habíamos pasado dos semanas que me parecían dos años; la espalda comenzó a dolerme a los pocos pasos, supongo que por tantos días de inactividad, y sentía una extraña mezcla de alegría e incredulidad al pensar que pronto estaría de nuevo en casa. Recorría los pasillos como un zombi, porque ni siquiera los conocía (yo había ingresado por Urgencias), me dejaba llevar sin terminar de asumir que me estaba marchando, que iba a dormir en mi cama.

No hace falta que os diga, sentimental como soy, que en cuanto entré en el coche me eché a llorar de felicidad, pero también de tristeza por todo lo sucedido, destete involuntario de O. G. incluido...

Y desde entonces, aquí estoy, haciéndole al sofá la forma de mi trasero redondo y turgente cual fruta madura... Hasta el martes que viene, que me incorpore a la vida "útil".

Lady Vaga,
la diva que divaga.

14 comentarios:

  1. Yo como siempre pensando en momentos extraños: Me hubiera encantado ver la cara de la doctora Fistra cuando llegó al día siguiente y vio que no estabas... Me la imagino gritando y tirándose de los pelos, su objeto de tortura se había esfumado!

    No te pitaban los oídos al día siguiente???

    Por cierto, me leeré el libro. Besos Lady!

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  2. Con diferencia, esta es la entrada que más me gusta hasta el momento (sé que el último capítulo será el mejor, pero entre parto y puerperio tardaremos meses en leerlo...)

    Por cierto, tuve que buscar "corioamnionitis" en San Gugle y no, no mola nadita...

    Besos

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  3. Que Fistra es la pobre. Se aprovechan de que estamos preocupadas por nuestros bebes para hacernos comulgar con ruedas de molinos, pero para el próximo me estoy haciendo un listado de cosas en las que no voy a caer.

    Muchos ánimos en tu vuelta al curro y aqui seguiré leyéndote aunque sea por lechuza :)

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  4. Querida Drew:

    Yo habría dado un brazo por ver su jeto. Supongo que no se creía que de verdad me iba a ir sin su beneplácito, no contaba ella con que Lord Muchomacho me diese aquel empujoncito.

    En cuanto salga el libro te hago llegar un ejemplar firmado y besuqueado.

    Besos literarios,
    Lady Vaga.

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  5. Querida Anahí:

    Una vez más, estamos de acuerdo:
    Esta entrada: 1.
    Corioamnionitis: 0.

    Besos molones,
    Lady Vaga.

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  6. Querida Adarae:

    Si este humilde blog te sirve para no repetir los errores en que tantas otras hemos caído, doy por bien empleados los ratos dedicados a escribirlo. De verdad, me encantaría que alguien le sacase esa utilidad.

    Besos prácticos y bricolácticos,
    Lady Vaga.

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  7. Sí... yo también recuerdo cómo quería escaparme del hospital, todos los días le preguntaba a las enfermeras (en mi caso también muy simpáticas menos una que me pinchó tres veces para pillarme una vía y eso que no me inyectaron nada, total para que en el parto me la cambiasen a otro sitio!) si sabían cómo me iba la proteina y si me iba a largar a casa ya. Aunque tratándose de mi vida y de la de mi hija (sí, porque ya me dijo el ginecólogo simpaticón que nos podíamos morir las dos) decidí callarme que así estaba más guapa y hacer lo que me dijeran los médicos.
    El martes también me incorporo a la plataforma "levantar España" y me da mucha pena :S no quiero separarme de Ximena! me la meteré en el rebozo, la taparé bien y diré que es que he engordado un poco... a ver si cuela.

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  8. Querida Diana:

    Hemos tenido experiencias paralelas xD. A mí también me tocó una enfermera que no conseguía acertarme en la vena, me rompió en total cuatro, la pobre lo pasó peor que yo...

    Tú reboza bien a la niña y dices que te has pasado estos meses a tranquilidad y buenos alimentos y, claro, es lo que tiene la buena vida, jejeje... Por cierto, me encanta ese nombre, es uno de los que barajábamos si Baby Garbancito era Minidiva en vez de Minimacho.

    Besos cuasicurrantes,
    Lady Vaga.

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  9. Admiro tu fortaleza y lo bien que te has informado. Es que nos tratan como ignorantes, como nos pillan en momentos difíciles y sin tener mucha idea...Yo cada vez que me acuerdo de la matrona cabrona que se me echó encima de la barriga en mi primer parto y se puso a gritar que se iba del paritorio, que así no se podía trabajar, que yo no colaboraba. Pero bueno, si yo ponía todas mis fuerzas en poder respirar con una mujer subida encima mía...Flipó hasta la ginecóloga.
    Al parecer la borde aborda-parturientas es archiconocida por sus malas artes en Santa Elena y el 12 de octubre. Por si acaso.

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  10. Nena me encanta cómo escribes....y la gracia que te gastas: qué grande lo de la patada chucknorresca.....y el calificativo Carapeta? es de los petas de toda la vida de dios??? me parto....
    la salida con tu marido....en volandas y tú con el sombrerico de oficial.....

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  11. Querida Inma:

    Gracias por tu visita y por tus palabras de apoyo. Lo más alucinante de todo es que esta vez he reaccionado por puro hartazgo, porque en mi primer parto también iba relativamente bien informada y me comí un completo con cesárea incluida y comentarios jocosos por parte de los médicos que igual un día lo escribo, imprimo y plastifico ;)

    Siento mucho que dieses con esa comadreja, digo, comadrona, y lo siento también por todas las demás que han coincidido con ella o lo harán en un futuro. A algunas personas deberían ponerlas a probar calibres de pepinos metiéndoselos por donde los amargan.

    Besos empáticos,
    Lady Vaga.

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  12. Querida mamá de un bebote:

    Me encanta que te guste el blog. La verdad es que la doctora Carapeta, que es joven y mona, tiene una expresión facial como de haberse fumado un truja antes de entrar a la consulta (es como muy zen-pasota ella), y entre eso, que tú bien has supuesto, y el juego de palabras con su apellido, surgió el apodo.

    Me he reído mucho con lo de la salida en plan "Oficial y Caballero", habría sido total, ¡habría cantado incluso, para celebrarlo!, pero no sé dónde se habría colgado Lord Muchomacho a O. G., ¿en la chepa quizá? ;)

    Besos risueños,
    Lady Vaga.

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  13. Que coraje!!! Que estilo!! Siento de verdad lo que te esta pasando, pero no sabes como me alegro de que haya sido tu motivacion para estar aqui y compartir tu blog con nosotros!! Besos nin!

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  14. Querida Yo y mis mini yos:

    Me alegra que el blog te divierta. La verdad es que, si bien comenzó a raíz de un suceso difícil, tengo que reconocer que para mí es muy terapéutico verter en él todos estos batiburrillos mentales que tan sufridamente aguantáis.

    Besos y más besos,
    Lady Vaga.

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